Alemania aún intenta explicarse lo sucedido. El presunto terrorista islamista Jaber Albakr, detenido en la madrugada del lunes en Leipzig gracias a la colaboración de dos refugiados sirios, ha sido hallado muerto en la celda en la que se encontraba recluído. Según ha apuntado la ministra de Justicia del Estado de Sajonia Anne-Marie Keding, el joven yihadista de 22 años se estranguló con su propia camisa para terminar con su vida.

Según ha añadido el director de la policía sajona, el presunto terrorista, también refugiado sirio y presuntamente vinculado aEstado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés), era vigilado por los agentes cada quince minutos, lo que pudo darle tiempo suficiente para llevar a cabo su suicidio. Albakr, quien tenía planeado inmolarse en una misión suicida, había iniciado una huelga de hambre justo al ingresar en la prisión pero aún así, según la ministra, no había un alto riesgo de que pusiera fin a su vida por lo que no se le asignó una vigilancia especial. “Es algo que no debería haber pasado”, ha lamentado la política cristianodemócrata.

Varios diputados del Bundestag, el Parlamento alemán, no han tardado en lamentar el suicidio y en criticar que se haya podido llevar a cabo en las instalaciones policiales sajonas. Wolfgang Bosbach, experto en temas domésticos de la Unión Demócrata Cristiana (CDU) de Angela Merkel, ha asegurado que se trata de “una tragedia” y ha lamentado haber perdido la que podría haber sido “una importante fuente de información” para frenar el yihadismo en Alemania. Konstantin von Notz, su homólogo en el partido de Los Verdes (Die Grüne), ha ido un paso más allá y ha pedido que se abra una investigación en una comisión parlamentaria para depurar responsabilidades.

ATENTADO EN BERLÍN

Albakr protagonizó este fin de semana una persecución policial después de que el sábado por la mañana escapase del cerco que la policía y servicios de inteligencia internacionales organizaron en su casa en Chemnitz y en la que encontraron 1,5 kilogramos de TATP, una fórmula explosiva ya utilizada por Estado Islámico en los atentados de París.

Tras esa fuga, en la que las autoridades policiales ya se vieron muy criticadas, Albakr fue capturado en la localidad de Leipzig por dos refugiados sirios que en un principio acogieron a casa a su compatriota sin conocer que era el terrorista más buscado del país. “Estoy tan agradecido a este país por habernos acogido que no podía permitir que hiciese algo a los alemanes”, confesó entonces Mohammed, uno de los dos héroes.

Tras su detención se conoció que Albakr estaba planeando “perpetrar un atentado esta semana”, según aseguró el presidente de la Oficina Federal para la Protección de la Constitución, Hans-Georg Maassen, al rotativo Frankfurter Allgemeine Zeitung. La información proporcionada por las autoridades apuntó a que el inminente ataque yihadista tenía como objetivo alguno de los aeropuertos de Berlín.

INFILTRADO CON LOS REFUGIADOS

Ayer el ministro del Interior alemán, Thomas de Maizière, aseguró que el joven de 22 años entró en Alemania el febrero del año pasado y en junio se le concedió el estatus de refugiado. El presunto terrorista estaba siendo vigilado durante 24 horas al día por los servicios de inteligencia y cuando vieron que fue a comprar pegamento dieron por hecho que estaba construyendo un artefacto explosivo, por lo que iniciaron la operación de captura.

El ministro cristianodemócrata aseguró que aún se desconoce como Albakr llegó a radicalizarse. Al entrar al país sus datos fueron revisados y no se encontró ningún indicio sospechoso que le vinculase con actividad yihadista. La televisión pública regional MDR añadió ayer que tras su llegada a Alemania el presunto terrorista había vuelto en una ocasión a Siria y había viajado un par en la localidad turca de Idlib.