Si alguna vez Hillary Clinton pensó que podría quitarse de encima con disculpas y la admisión de errores la polémica por haber usado un servidor de correo electrónico privado mientras era secretaria de Estado se equivocó. Mucho.

El inspector general del Departamento de Estado, un cargo independiente dentro de ese equivalente en Estados Unidos al Ministerio de Asuntos Exteriores, ha entregado este miércoles al Congreso un informe de 78 páginas tras haber analizado la actividad digital de la aspirante demócrata a la presidencia durante el tiempo en que ocupó la cartera, entre 2009 y 2013. El documento contiene duras críticas a Clinton y, entre otras cosas, asegura que no siguió las normas internas al no pedir permiso para usar ese servidor privado (que no habría obtenido si hubiera solicitado), usar aparatos móviles y no mantener las prescriptivas copias de todas sus comunicaciones oficiales.

Esas conclusiones no tienen consecuencias concretas para Clinton, que aún tiene abierta una investigación del FBI mucho más relevante que debe determinar si violó la ley y puso en peligro la seguridad nacional al usar el correo privado. Su publicación, no obstante, representa otro quebradero de cabeza para la favorita a lograr la nominación presidencial demócrata, que ya afronta serios problemas de imagen entre muchos votantes que cuestionan que se pueda confiar en ella.

Aunque la auditoría interna del Departamento de Estado se ha extendido a otros cuatro secretarios además de Clinton, ha identificado "debilidades sistémicas" en la seguridad que vienen de tiempo atrás y también señala errores cometidos por predecesores como Colin Powell, es especialmente duro con la exprimera dama.

“Debería haber preservado cualquier documentación federal que hubiera creado y recibido en su cuenta personal imprimiendo y archivando esa documentación”, se lee, por ejemplo, en la auditoría. “Como mínimo debería haber entregado todos los correos electrónicos que tenían que ver con temas del Departamento antes de abandonar el cargo”.

Información clasificada y secreta

Clinton entregó a su antiguo departamento 50.000 páginas con 30.000 correos pero lo hizo en diciembre de 2014, 22 meses después de abandonar la secretaría de Estado, y borró otros 32.000 que asegura que eran personales. Unos 2.000 de los correos contenían información clasificada y 22 eran "top secret" para la CIA, aunque desde el equipo de Clinton se ha defendido que recibieron esa clasificación posteriormente. La exsecretaria de Estado ha insistido en que no hizo nada ilegal y solo ha admitido que usar el servidor privado fue un “error”.

Aunque Donald Trump no ha reaccionado inmediatamente a la auditoría interna en el pasado ha anunciado que piensa atacar a Clinton "grandemente" con el tema de los correos y hace nueve días usaba su cuenta de Twitter para llamarle "mentirosa" por decir que todos los correos que borró eran personales.