El secretario de Estado de EEUU, Mike Pompeo, enconó ayer el pulso con China al decir que su Gobierno tiene una «enorme cantidad de pruebas» de que el nuevo coronavirus se originó en un laboratorio de la ciudad de Wuhan, algo que Pekín niega. Pero las agencias de inteligencia estadounidenses dijeron esta semana que aún siguen examinando esa posibilidad y no han llegado a una conclusión.