La policía de Berlín, horas después de la masacre, detuvo a unos dos kilómetros del mercadillo a un joven. Según un testigo que le habría seguido, ese hombre sería la persona que, al volante de un camión, arremetió contra la multitud.

El individuo fue conducido a dependencias policiales, donde se le identificó como un joven paquistaní llegado a Alemania el 31 de diciembre del 2015 y solicitante de asilo.

Durante unas horas, las autoridades alemanas dieron por hecho que ese joven era el autor del atentado. No obstante, a media mañana comenzaron a aparecer las dudas. Poco después, las autoridades reconocían que todo apuntaba a que tenían "al hombre equivocado" y que el autor o autores de la masacre seguían libres.

¿Cómo descubrieron los policías que el paquistaní no era el hombre que buscaban? Para empezar, el chico negó su participación en el ataque terrorista. Eso, que puede ser habitual en la mayor parte de los criminales, no lo es en el caso de los autores de un atentado, ya que lo que buscan es obtener el mayor eco posible y no solo suelen reconocer la autoría si no que señalan a qué grupo pertenecen.

SIN MORATONES

La pruebas también desmontaron la acusación. Según el diario 'Bild',la policía no encontró ningún moratón o rozadura en el cuerpo del detenido. Unas señales que, en teoría, deberían estar en la fisonomía de quien estuviera al volante de un camión que, al arrollar el mercado, sufrió varios impactos violentos. En casos así, suele ser habitual que, al menos, el volante deje una marca en el abdomen del conductor.

Tampoco había rastro ni en su ropa ni en su pelo de cristales rotos de la luna del vehículo, que quedó destrozada por el impacto. Y por último, en sus manos no se encontró rastro alguno de pólvora -y el conductor polaco al que habían arrebatado el camión había muerto de un tiro y el disparo de un arma siempre deja micropartículas de pólvora en la mano-.