El presidente de Gambia, Yahya Jammeh, ha rechazado los resultados electorales que dieron la victoria a Adama Barrow, una semana después de que reconociera su derrota y felicitara al candidato opositor por su victoria en los comicios del 1 de diciembre.

"Rechazo los resultados en su totalidad. No aceptaré los resultados", declaró anoche en un discurso en la televisión pública Jammeh, que lleva 22 años en el poder en Gambia.

El presidente, que abogó por la convocatoria de nuevas elecciones, explicó que "había aceptado los resultados porque había pensado que la Comisión Electoral Independiente era honesta".

MENOR DIFERENCIA DE VOTOS

Jammeh se niega a abandonar la presidencia después de que la comisión electoral revisara el martes el recuento de los resultados electorales, reduciendo la diferencia entre Barrow y el presidente de 50.000 a 20.000 votos.

Según Jammeh, los fallos detectados por la comisión demuestran la falta de transparencia del escrutinio y justifican la convocatoria de nuevos comicios.

Las reacciones al cambio de actitud de Jammeh no se han hecho esperar. El ministro de Asuntos Exteriores de la vecina Senegal, Mankeur Ndiaye, calificó de "inaceptable" la negativa a aceptar los resultados por parte de Jammeh, quien llegó a llamar a Barrow para felicitarle por una victoria que achacó a la "voluntad de Alá".

"Senegal condena esta declaración y pide a Jammeh que respete el veredicto de las urnas, garantice la seguridad del nuevo presidente electo Barrow y cree las condiciones para una transmisión pacífica del poder, el mes que viene, conforme a la Constitución gambiana", señaló Nidaye.

El ministro anunció que Senegal pedirá hoy una reunión urgente del Consejo de Seguridad de la ONU para examinar la situación en Gambia.

Por su parte, la Unión Africana (UA) pidió hoy a Jammeh que no rompa su compromiso de aceptar su derrota e instó a "una transferencia de poder rápida, ordenada y pacífica a las nuevas autoridades" en Gambia.

REPRESIÓN POLÍTICA

Jammeh llegó al poder en 1994, con solo 29 años, al frente de un grupo de jóvenes oficiales del Ejército que dio un golpe de Estado que triunfó sin resistencia ni derramamiento de sangre.

El mandatario gambiano ha sido acusado con frecuencia de ejercer una violenta represión política, de restringir la libertad de la prensa y de atentar contra los derechos humanos, especialmente en relación a colectivos como los homosexuales.

Durante sus más de dos décadas al mando del país, esta pequeña nación de África occidental se ha hundido aun más en la pobreza y más de la mitad de su población vive con menos de dos dólares al día.