En Estonia y Lituania reciben el apoyo, eleción tras elección, de entre el 10% y el 15% del electorado. En Letonia, aunque son el partido más votado con casi un 20% de los sufragios en los últimos comicios legislativos, sus controvertidos vínculos con Rusia han motivado que las restantes formaciones alcen un cordón sanitario en torno a ellos para alejarles de las posiciónes de poder. Más de un cuarto de siglo después de la desintegración de la URSS, el primer Estado comunista del mundo, la izquierda busca ganar popularidad y cuotas de poder en unos países que se perciben, hoy más que nunca en los tres últimos decenios, bajo la amenaza de su heredera: la Rusia de Vladímir Putin.

Pese a sus esfuerzos por homologar sus idearios con las restantes fuerzas izquierdistas moderadas europeas y establecer vínculos con ellas, el Partido Socialdemócrata Armonía es visto a los ojos de muchos nacionalistas en Letonia como una suerte de caballo de Troya ruso. Durante muchos años estuvo vigente un acuerdo de cooperación con Rusia Unida, el partido oficialista del Kremlin, y gran parte de sus apoyos electorales se encuentran entre la minoría rusohablante de Letonia, unas 550.000 personas o lo que es lo mismo, en torno al 27% de la población. Su líder es el joven alcalde de Riga, Nils Usakovs, ruso de origen étnico cuyos padres se instalaron en el país durante el periodo soviético, que ha trabajado en el pasado como periodista para canales de este país y al que la Wikipedia en la lengua de Leon Tolstói presenta con el nombre completo de Nil Valiérevich Ushakov.

"UN PATRIOTA LETÓN"

En sus entrevistas, Usakovs ha asegurado ser un "patriota letón" que habla ruso, y ha prometido "dejar atrás" las polémicas étnicas. Sin embargo, ha sido multado por emplear el idioma ruso en las redes sociales y ha defendido el levantamiento de las sanciones internacionales contra Rusia, considerando que no son efectivas y no darán resultados. En los últimos meses, varios asuntos de corrupción le han salpicado, lo que ha generado nuevas diatribas contra él, con exigencias de dimisión incluidas, de parte de sus enemigos políticos en el nacionalismo letón.

La izquierda tampoco juega papel decisivo alguno en las dos restantes repúblicas bálticas en un panorama dominado por fuerzas nacionalistas, liberales o de centroderecha. El Partido Socialdemócrata de Lituania (LSDP) detenta 17 de los 141 escaños de que se compone el Seimas, el Parlamento unicameral del país, una muy sustancial pérdida respecto a la legislatura anterior de 21 diputados, en la que llegaron a encabezar el Gobierno con el primer ministro Algirdas Buktevicius. Aunque el LSDP es una formación política marcadamente europeísta, las escisiones amenazan con reducir su ya menguante influencia: el pasado año, el exprimer ministro y ex militante Gedimilas Kirkilas fundó el Partido Socialdemócrata Laborista de Lituania.

En Estonia, el Partido Socialdemócrata (SDE) se ha movido, en los sucesivos comicios legislativos en una horquilla de apoyos apenas superior al 10% de los votantes. Su ideario a favor de una economía social de mercado, de la justicia social y el Estado del bienestar no le ha supuesto ningún obstáculo para convertirse en el socio minoritario del centroderecha en gobiernos de coalición, pese a los importantes recortes aplicados que han convertido a Estonia en el país con menor deuda de la UE con respecto a su PIB: tan solo un 9,2% en el 2017.