Después de 17 horas de debate y por ocho votos de diferencia, la Cámara de Diputados aprobó una reforma de las pensiones por la que se reducirán como mínimo un 13%. La nueva ley, que también rebaja los subsidios por discapacidad, a los excombatientes de la guera de las Malvinas y a millones de familias de escasos recursos que reciben las asignaciones por hijo y embarazo, se sancionó a un alto precio político. El presidente Mauricio Macri atravesó su primera convulsión en la calle: protestas gigantes, con rasgos violentos promovidos por una minoría de día y cacerolazos durante la noche mientras debatían los legisladores y, además, una huelga general, cumplida a medias.

La norma se impuso con el respaldo de un sector del peronismo (oposición). Macri considera indispensable el recorte para sostener a un Gobierno aquejado por el problema del vertiginoso endeudamiento externo. El dinero que se sacará a los pensionistas está destinado a equilibrar el gasto público y pagar a los acreedores, como ha recomendado el Fondo Monetario Internacional (FMI). «Ahora comienza una resistencia pacífica: habrá marchas y cacerolas. Todos sabemos cómo evolucionan estos procesos en la sociedad», anticipó el líder de los diputados kirchneristas, Agustín Rossi.

«El Estado cumplirá sus obligaciones con los jubilados y los demás pobres», garantizó el diputado macrista Eduardo Amadeo, en referencia al «bono de compensación» que se ofrecerá para los que pierden dinero. De hecho, el Gobierno solo se propone restituir 200 millones de euros de los 5.000 millones anuales que, calcula la oposición, le quitará a jubilados y pensionistas. Con esa masa monetaria, las autoridades buscan equilibrar el gasto público nacional y de las provincias.

El Gobierno puso el acento en el carácter violento de los episodios, en las aceras destrozadas y en la cantidad de policías que recibieron impactos. El diario La Nación habló de «forajidos» que buscaron que Macri «quedara manchado» con sangre. «Toda esa violencia que vimos ayer estuvo claramente orquestada y la vamos a enfrentar junto a la Justicia para saber quiénes fueron los responsables, porque no fue espontáneo. En Argentina se vive un clima de paz y de esperanza de futuro», dijo Macri, y acusó a los diputados opositores de haber propiciado los disturbios.

El sindicalismo y la oposición destacaron, por su lado, lo masivo de la protesta: unas 400.000 personas. Por las redes circularon a su vez imágenes de jóvenes y ancianos perseguidos o golpeados con saña por grupos de uniformados, denuncias de ciudadanos pacíficos a los que se les arrojó gas pimienta y otros abusos, lejos de las escenas de las trifulcas. La noche pasada hubo una gran cacerolada que llegó hasta la misma residencia donde dormía la familia presidencial.