«Mi relación actual con Reino Unido se reduce a un buen amigo y a mi abuela, que tiene 96 años. En febrero iré a verla, como hago de vez en cuando. Cuando ella ya no esté, no me imagino volviendo por allí. No quiero saber nada de ese país racista y sucio donde la comida es una porquería y todo es súper caro. Si alguien tiene depresión, le recomiendo que se vaya un tiempo a vivir al Reino Unido y a continuación regrese a España. Se le quita la depresión en un día.

Mi antiguo país simboliza todo lo que detesto. No siento pena por los británicos, han sido libres para elegir y han elegido el miedo. Han hecho la mayor chapuza de nuestra historia. Se han tragado las mentiras que les contaban los del brexit y han elegido vivir solos antes que al lado de más gente. Pues muy bien, que os den. En el fondo, han caído en la misma trampa que la ultraderecha está usando en España y otros países, consistente en asustar a la población para que sienta miedo. A mí me da miedo el miedo de la gente.

A mí, al menos, me queda España. Ahora mismo, lo que más ilusión me hace es sacarme el pasaporte español. El día que lo tenga en mis manos va a ser uno de los más felices de mi vida. Después de venir de Inglaterra, España es para mí como estar en Disneylandia».