Vladímir Putin y Kim Jong-un se reunieron ayer en el nuevo campus de la Universidad Federal del Lejano Oriente en la isla de Russki, junto a la ciudad de Vladivostok. Durante dos horas, Putin y Kim dialogaron a puerta cerrada sobre el contencioso nuclear en la península y las relaciones bilaterales entre dos países que incluso comparten frontera. Tal y como se había anunciado la víspera, no se firmó comunicado ni declaración conjunta alguna en una cumbre que tuvo mucho más de simbolismo que de contenido real, aunque el líder del Kremlin ofreció posteriormente una rueda de prensa en la que abogó por dar «garantías de seguridad» al régimen de Pyongyang para que este acepte renunciar de forma definitiva al arma atómica. «Es posible (la desnuclearización)... Corea del Norte necesita garantías de seguridad, de defensa de su soberanía», defendió Putin, quien dio a entender que dichos avales debían ser «jurídicos», es decir, plasmarse en ley.

El presidente ruso, quien recordó que tanto Washington como Moscú comparten el objetivo final de una península desnuclearizada, declaró que informará a la parte estadounidense de los resultados de sus gestiones con Kim Jong-un. «No hay secretos aquí; la postura de Rusia siempre fue abierta; no hay ninguna conspiración; lo hablaremos con los norteamericanos y nuestros amigos chinos», insistió. Aunque es cierto que tanto Moscú como Washington defienden que la región esté libre de armas atómicas, en lo que sí difieren es en el uso de las sanciones por parte de EEUU para resolver sus contenciosos internacionales. De hecho, Rusia ha sido acusada en varias ocasiones de violar los embargos económicos al régimen norcoreano decretados por la comunidad internacional.

MENSAJE A WASHINGTON / Kim Jong-un viajó a Rusia tras el fiasco, hace dos meses, de la última cumbre en Hanoi con el presidente estadounidense, Donald Trump, sobre el programa nuclear de su país. Los analistas ven en esta visita, propuesta por Moscú en varias ocasiones aunque siempre aplazada, un mensaje implícito a Washington de que Pyongyang tiene capacidad para recabar el apoyo de otros socios en un momento en que las negociaciones con EEUU se hallan estancadas. Pese a que la URSS jugó un papel crucial en la fundación del Estado norcoreano y al apoyo que recibió del bloque comunista durante la guerra fría, Moscú, siempre interesada en realzar su papel de potencia global, había permanecido hasta el momento al margen del proceso negociador actual, y eran otras potencias -China y EEUU- las que repartían el juego.

El líder norcoreano ha revitalizado durante su estancia de tres días en Rusia las relaciones bilaterales, que habían mantenido un perfil muy bajo en los últimos años. En Rusia viven 8.000 trabajadores norcoreanos, muchos en la construcción y con sueldos de miseria.