El presidente Vladímir Putin; el director del FSB (exKGB), Aleksándr Bórtnikov; el ministro de Defensa, Serguéi Shoigu; la presidenta del Senado Valentina Matviyenko, entre otras personalidades rusas de la actualidad. Todos ellos iban a ser inmortalizados para la posteridad en un gran mosaico destinado a la catedral de la Resurreción de Cristo, un inmenso templo ortodoxo levantado en honor de las Fuerzas Armadas rusas que se inaugurará en las afueras de Moscú el próximo 9 de mayo, fecha en la que el país conmemora la victoria sobre la Alemania nazi. Sin embargo, tras varios días de dimes, diretes, polémicas y sonrojos, la jerarquía eclesiática ha preferido dar marcha atrás al proyecto y ha anunciado que la obra no será finalmente instalada en el templo.

Fue el portal MBJ Media quien dio ayer la noticia en exclusiva, provocando o sorpresa, declaraciones a favor y en contra y algún que otro comentario burlesco.

La primera de las controvertidas piezas artísticas representa a las personalidades políticas y militares mencionadas en medio de una muchedumbre portando banderas tricolores rusas; en un segundo mosaico se ve en primera línea a los principales generales que llevaron al Ejército Rojo a la victoria en la contienda mundial, y donde incluso se identificaba en el fondo un retrato de Josif Stalin, mientras que en la tercera de las obras aparecía un grupo de mujeres portando un cartel donde se leía la frase «Crimea es nuestra». La presencia del dictador comunista en una obra de carácter religioso levantó una gran polvareda, ya que se trata de una figura que en vida se significó por perseguir y reprimir a la Iglesia Ortodoxa Rusa (IOR).

Es «tradición» decorar los templos con representaciones de eventos históricos, justificó el obispo Stefan de Klin, aunque otras voces eclesiásticas se mostraron en contra. En plena tormenta, Putin terció dando a entender que era demasiado pronto para semejante enaltecimiento.