Hace años, seguramente, ninguno de los tres se lo hubiese creído si le hubieran contado que, en el 2019, pasaría el día de San Valentín en una ciudad balneario en el sur de Rusia con otros dos hombres mayores y abstemios hablando de una guerra que no acaba de querer terminarse.

Pero ha pasado: Vladímir Putin, Hasán Rohaní y Recep Tayyip Erdogan, los presidentes de Rusia, Irán y Turquía, han estado celebrando el 14 de febrero con varias reuniones que han durado todo el día y se han alargado hasta pasada la cena. No se sabe si ha sido romántica pero sí que no es la primera: en los últimos dos años, los tres mandatarios se han reunido ya cuatro veces.

Siempre han hablado de lo mismo: intentar encontrarle un final a la guerra de Siria. No es una tarea fácil porque Rusia e Irán, por un lado, y Turquía por otro, apoyan a grupos y milicias distintas. Sus diferencias sobre el terreno son casi insalvables.

«Estamos muy satisfechos con nuestros encuentros —ha dicho este jueves Erdogan delante de Putin y Rohaní—. Aún con nuestras visiones distintas y la gente que intenta provocarnos seguimos reuniéndonos y dialogando. Los buenos amigos lo son cuando las cosas son más difíciles. Y nosotros, juntos, hemos estado superando todos los obstáculos que nos van apareciendo en el camino».

El encuentro ha tenido dos temas estrella: qué hacer con la región de Idleb, controlada por la filial de Al Qaeda en Siria, Hayat Tahrir al Sham (HTS); y con el noreste del país árabe una vez los soldados estadounidenses se hayan marchado.

IDLEB

Turquía, con un pacto con Rusia, tenía que ser la encargada de garantizar la seguridad en esta región, anteriormente controlada por el opositor Ejército Libre Sirio (ELS), y eliminar de allí a los yihadistas. Pero HTS, hace unos meses, venció a todos los demás rebeldes en la región: Idleb está completamente controlada por Al Qaeda.

«Es necesario restablecer el proceso de paz en Idleb y que se implemente el alto el fuego vigente», ha dicho Putin, cuya aviación, junto con la del régimen de Damasco, ha retomado los bombardeos sobre la zona.

El alto el fuego —firmado por Putin— incluía al ELS; no a HTS. Sobre el papel, por lo tanto, hay un alto el fuego vigente en Idleb. En realidad, las bombas siguen cayendo: según los observadores, civiles siguen muriendo: más de 200 desde que Putin y Erdogan firmaron, en septiembre de 2018, el alto el fuego.

«Todo lo que ha pasado en los últimos meses demuestra que la región es muy peligrosa y puede causar muchos problemas. Al Qaeda debe ser erradicada», ha dicho Rohaní.

ZONA KURDA

El otro foco de atención ha sido la región del noreste de Siria, donde, en la actualidad, aún hay unos 2.000 militares de EEUU, que ayudan a las milicias kurdosirias a luchar contra el último reducto del Estado Islámico. Turquía ha amenazado una infinidad de ocasiones en atacar a las milicias kurdas, vinculadas a la guerrilla turco-kurda del PKK, cuando los estadounidenses se vayan.

Esa idea no gusta a Rusia. «Esa región debe de ser tratada respetando la integridad territorial de Siria y de su Gobierno legítimo, [el de Bashar el Asad]», ha dicho Putin. «Hoy en Sochi hemos hecho grandes pasos para la paz en Siria. Y lo hemos hecho sin que interviniese ningún poder extranjero». Estas palabras las ha dicho, sobre Siria, el presidente iraní delante del de Turquía y el de Rusia.