El acuerdo entre Turquía y la Unión Europea no aclara que pasará con los 10.500 inmigrantes y refugiados que el cierre de la frontera entre Macedonia y Grecia dejó atrapados en Idomeni hace ya varias semanas, en condiciones muy precarias.

La presencia gubernmental griega en Idomeni es prácticamente nula y solo las oenegés ejercen las tareas de de saneamiento y asistencia. Pero las lluvias no dan tregua y la situación se hace muy difícil en el campamento.

Pese a todo, los refugiados no quieren moverse, esperanzados en que algún día se reabra la frontera. Atrapados aqui durante semanas han pasado de la decepción al enfado y están dispuestos a desafiar cualquier decisión de ser transferidos a otros lugares. El sábado por la noche un grupo se manifestó junto a las vías del tren.

"No tengo nada que perder y me quedaré aquí sin importar el tiempo que pase", advierte una viuda siria que tiene a sus dos hijos en Alemania. Médicos Sin Fronteras reparte comida y productos de primera necesidad todos los días, tiene una clínica móvil y ha montado unas 20 tiendas de campaña con sistema de calefacción. En cada tienda duermen unas 25 personas.