El Ejército iraquí, apoyado por diversas fuerzas locales e internacionales, lanzó ayer la ofensiva sobre Mosul para intentar expulsar al grupo yihadista Estado Islámico (EI) de su principal bastión en Irak. El inicio de la operación se ha retrasado varias veces desde el pasado marzo. El principal impedimento eran las divergencias entre los diferentes ejércitos y milicias que participan en ella y las luchas políticas en el seno del Gobierno y el Parlamento iraquís.

En la batalla por la reconquista de Mosul intervienen el Ejército iraquí, los servicios anti-terroristas, la policía federal y local, milicias chiís, muchas obedientes al dictado de Irán, los peshmergas del Kurdistán iraquí, así como milicias formadas por cristianos y por miembros de tribus sunís de la zona. También participa EEUU y países de la coalición internacional y Turquía.

Los 30.000 soldados federales iraquís cuentan con la cobertura de aviones de la coalición internacional, que en total tiene 7.000 militares en Irak, de los que 4.600 fueron desplegados por Washington. La coalición calcula que el EI dispone de entre 3.000 y 4.500 hombres.

En una base cercana a Mosul y al Kurdistán hay soldados turcos también. Su presencia es uno de los principales motivos que algunos expertos citan para explicar el retraso en la ofensiva. Bagdad exige que se retiren, pero Ankara quiere participar en la operación para limitar la presencia de los kurdos en la frontera entre Turquía e Irak. Los turcos están inquietos por el avance hacia Mosul de las milicias pro-gubernamentales y de las que cuentan con el apoyo militar de Irán sobre el terreno.

MAYORÍA SUNÍ

Mosul es una ciudad de mayoría suní donde ahora vive un millón y medio de personas, y aunque el primer ministro iraquí, Haidar al Abadi, subrayó que solo el Ejército y la policía iraquís estarían autorizados a entrar, se teme que las milicias cometan abusos contra civiles y que el EI utilice a la población como escudo humano.

El Gobierno iraquí acordó con las Fuerzas de Movilización Popular (FMP, integradas por grupos chiís que ahora tienen estatus oficial) que no entrarían en Mosul, pero sí en Hawiya, a 100 kilómetros. Se teme que las milicias cometan atrocidades en esta población como las ocurridas en la Faluya el pasado junio, aunque las milicias han asegurado que los civiles de Hawiya no tienen nada que temer.

“Nuestro papel será liberarlos de la tiranía del Daesh (acrónimo en árabe de Estado Islámico)”, afirmó Ali al Husaini, portavoz de las FMP. “Nos aseguraremos de salvar a las familias de cualquier daño y de preservar su dignidad. Somos sus hermanos, no su enemigo”, añadió.

En Hawiya habitan 200.000 personas. Algunas que han conseguido escapar en los últimos días han explicado que la brutalidad del EI ha alcanzado niveles más altos de lo habitual. Se producen ejecuciones diarias y aparecen cadáveres colgados en los postes de electricidad como advertencia para quienes quieran desafiar a los yihadistas.

ATROCIDADES EN FALUYA

Durante la ofensiva de Faluya, que concluyó a finales del pasado junio, algunas de las fuerzas que arrebataron la ciudad al EI cometieron graves abusos contra los civiles, según testimonios recogidos por oenegés y la ONU. Los habitantes de Faluya sufrieron también las atrocidades de los yihadistas, que trataron de impidirles que salieran de la ciudad.

En julio, la ONU indicó que 640 hombres y niños sunís fueron secuestrados, según denuncias, por milicias chiís afiliadas al gobierno de Bagdad, y otros 50 fueron ejecutados sumariamente o torturados hasta la muerte.