Por primera vez desde 1948, los italianos se aprestan a votar, en un referéndum el 4 de diciembre, una reforma importante de la Constitución. Los cambios incluyen, como aspectos más destacados, la supresión del Senado como segunda Cámara legislativa, su transformación en territorial y la disminución de susmiembros de 315 a 100. Según los últimos sondeos, casi un 50% de los electores tienen intención de participar y la reforma arrojaría, a día de hoy, un empate. A 40 días vista de la cita, los indecisos serían entre un 15% y un 20%, lo que puede cambiar el resultado.

Al prinicipio de una campaña electoral que comenzó de hecho el pasado julio, el primer ministro italiano, Matteo Renzi, cometió el error, admitido explicitamente en las semanas sucesivas, de supeditar la permanencia de su Gabinete al resultado de la consulta. "Me la juego del todo y si pierdo vuelvo a mi casa", había dicho.

Las dudas de los electores, que reflejan las que a diario presentan los partidos políticos, no se refieren tanto a los cambios constitucionales como a la nueva ley electoral que deberá ser aprobada inmediatamente después por el hecho de haber suprimido el Senado. Los críticos rechazan el proyecto de ley electoral presentado por el Gobierno, aduciendo que, tras la supresión del Senado, “los poderes del Estado deben contar con nuevos contrapesos que aseguren los equilibrios en los que se apoyan los sistemas democráticos”. Algunos, temerosos por el mayor poder que tendrán los Ejecutivos, acusan al primer ministro, Matteo Renzi, de querer convertirse en un "dictador”.

Las instancias internacionales, desde el FMI hasta la UE, pasando por centros financieros internacionales, se han manifestado a favor de los cambios constitucionales, así como, aunque de una manera más velada, varios líderes extranjeros, como Angela Merkel y Barak Obama.

En el ámbito interior se han expresado en contra de las reformas, si van acompañadas con la sucesiva ley electoral prevista hasta ahora, laextrema izquierda (SEL), una parte minoritaria del Partido Demócrata (PD) que dirige el primer ministro Matteo Renzi -en ella se encuentra el líder histórico Massimo D’Alema-- y eximios constitucionalistas del país.

Los cinco partidos en que se ha fracturado la derecha que dirigió Silvio Berlusconi están divididos frente al referéndum y los indignados del Movimiento 5 Estrellas (M5S) -una especie de Podemos español , segundo partido nacional, se expresan a favor de las reformas y el consecuente proyecto de ley electoral. Esta comprende un segundo turno entre las dos formaciones más votadas, lo que podría permitir al movimiento liderado por Beppe Grillo la primera victoria del Gobierno nacional.

"LA JUGADA ES AHORA"

“La jugada está toda aquí, quien quiera cambiar que nos de una mano”, afirma ahora Renzi, que ya ha iniciado una campaña electoral por toda la nación, mientras que la ministra para las Reformas, Maria Elena Boschi, está haciendo lo mismo en las circunscripciones electorales del extranjero. “La jugada es ahora y no volverá, no habrá otra ocasión”, explica Renzi a los electores.

Al final de la segunda guerra mundial, los italianos votaron (1946) a favor de la República y contra la Monarquía. Dos años después, aprobaron la actual Constitución, surgida al final del ventenio fascista, por lo que la Carta Magna del país expresa de alguna manera el temor de los padres constituyentes a propiciar un nuevo dictador como Benito Mussolini. Lo hace fragmentando de tal manera los tres poderes democráticos -ejecutivo, legislativo y judicial que desde entonces Italia ha tenido 64 gobiernos nacionales, frutos de pactos y mediaciones y con escasos poderes reales, lo que ha retrasado la modernización del país.