A escasos días de que comience una nueva cumbre clave para el futuro del continente, la fotografía de la nueva cúpula de altos cargos que dirigirá las instituciones europeas los próximos cinco años presidente de la Comisión Europea, Consejo Europeo, Banco Central Europeo, Parlamento Europeo y alto representante para la política exterior y de seguridad común- sigue borrosa y sin un plantel de protagonistas definido.

Ni los contactos restringidos entre los coordinadores de los tres grandes grupos PPE, Socialdemócratas y liberales- ni la ronda de consultas bilateral en la que está inmerso el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, con el resto de líderes y responsables de la Eurocámara ha permitido dar con "la fórmula mágica" y la negociación entra en su semana más crucial sin claros favoritos. Los jefes de Estado y de Gobierno se han marcado como objetivo cerrar un acuerdo en el Consejo Europeo del 20 y 21 de junio, aunque nadie pone la mano en el fuego de que la cita vaya a concluir con el puzzle completado.

En realidad no hay urgencia ni hay una fecha límite que obligue a tomar una decisión. La renovación salvo la presidencia del Parlamento Europeo que debe producirse la primera semana de julio- no tiene que formalizarse hasta el otoño, pero a los líderes les gustaría cerrar este capítulo antes de marcharse de vacaciones. "Hay una buena disposición para que se haga pronto pero no hay que excluir que no pase", admite un diplomático europeo. Tusk, que se reúne este miércoles con la conferencia de presidentes de la Eurocámara, planteará la discusión, durante la cena de trabajo, como un paquete "porque es la única forma en que tiene sentido", insisten desde el Consejo.

LA COMISIÓN, EL PREMIO GORDO

En este nuevo engranaje sobresale una pieza fundamental: la presidencia de la Comisión Europea, el cargo más apreciado y el premio gordo entre los cinco por repartir. El Partido Popular Europeo, como ganador de las pasadas elecciones, sigue reclamando el puesto que ocupa el luxemburgués Jean-Claude Juncker para su candidato principal (o spitzenkandidaten), el alemán Manfred Weber. Pese a las críticas por su falta de experiencia y los rumores de fisuras en el partido el primer ministro húngaro Viktor Orbán ya ha anunciado que no votará por él si es el elegido- este político bávaro afronta el esprint final como favorito.

El retroceso de los democristianos el 26-M ha dado alas a socialistas y liberales para disputarle el puesto, poner freno al monopolio institucional del PPE, que ostenta las tres presidencias en la Comisión, el Consejo Europeo y la Eurocámara, e impulsar una "alianza progresista" que module las nuevas prioridades hacia otros intereses políticos. Sin embargo, todo el mundo coincide en que si Weber salta de las quinielas también lo harían los candidatos de estas dos familias: el socialdemócrata holandés Frans Timmermans y la liberal danesa Margrethe Vestager.

"El PPE tiene que elegir si apoya el proceso de spitzenkandidaten o quiere un presidente de la Comisión Europea", resume un alto funcionario europeo sobre el estado de la partida. Desde el francés Emmanuel Macron, hasta el luxemburgués Xavier Bettel e incluso el socialista Antonio Costa han dado muestras de que cederían la joya de corona y aceptarían a un conservador si la persona elegida fuera otra y, particularmente, Angela Merkel.

"Sería una candidata perfecta", decía este jueves el primer ministro luxemburgués. "Si lo quiere le apoyaría, por supuesto, porque creo que necesitamos a alguien fuerte", proclamaba también Macron en la radiotelevisión suiza.

JUEGO DE EQUILIBRIOS

En los pasillos circulan otros nombres. Desde el primer ministro holandés, Mark Rutte, hasta el holandés Leo Varadkar o el negociador jefe de la UE para el brexit, Michel Barnier. Todo dependerá de una compleja negociación y de la persona que logre aunar una mayoría cualificada en el Consejo -21 países que representen el 65% de la población- y una mayoría simple en la Eurocámara (376 votos).

Con esta ficha central elegida se repartirán el resto de cargos en función de los distintos equilibrios geográfico, políticos, de tamaño y de género. Por ejemplo, la lituana Dalia Grikauskaite o la exprimera ministra danesa Helle Thorning-Scmidt suenan para la presidencia del Consejo Europeo o el alemán Jens Weidman y el francés Villeroy de Galhau para el BCE.

Según fuentes diplomáticas, lo más importante para España es situar a alguien al frente de la Comisión que comparta la visión de Europa sin importar el pasaporte. Con el aval de los resultados de las ultimas elecciones europeas, Pedro Sánchez se ha convertido en el líder de más peso dentro de la familia socialdemócrata europea y aunque, a priori, afronta esta pelea sin grandes nombres deberá jugar sus cartas para lograr que España, la quinta economía de la UE, empiece a boxear en su peso en las distintas instituciones y especialmente en la Comisión Europea con una vicepresidencia importante.