Alejada de los focos del debate político, que se centra estos días en los planes republicanos para rehacer la reforma sanitaria de Barack Obama y en las últimas revelaciones de Wikileaks sobre el ciberarsenal de la CIA, la embestida de la Administración Trump contra las medidas para frenar el cambio climático sigue tomando cuerpo. Su Gobierno pretende recortar en un 24% el presupuesto de la Agencia de Protección Medioambiental (EPA) y ultima los planes para reducir las restricciones que limitan la emisión de gases contaminantes, el edificio regulatorio levantado por Obama para cumplir con los compromisos del acuerdo climático de París. El trabajo en los despachos está yendo acompañado de un esfuerzo de relaciones públicas para negar el consenso científico.

En una entrevista con la cadena CNBC, el nuevo director de la EPA, Scott Pruitt, ha negado que la actividad humana sea el principal responsable del precipitado calentamiento del planeta que alarma a la comunidad científica. “Es muy difícil cuantificar con precisión el impacto de la actividad humana en el clima y hay un tremendo desacuerdo sobre su impacto, así que no, no estoy de acuerdo en que sea el principal precursor del calentamiento global que estamos viendo”. Pruitt ha añadido que el Acuerdo de París es "un mal acuerdo" para Estados Unidos que debería haberse sometido a la ratificación del Congreso.

Trump dijo en su día que pretendía desvincularse del acuerdo, por el que Washington se comprometió a situar sus emisiones en 2025 hasta un 28% por debajo de los niveles alcanzados en 2005. A países menos desarrollados como China se les dio algo más de plazo para comenzar a rebajar sus emisiones, una disparidad que utilizan los miembros de la Administración Trump para criticar el acuerdo. Por el momento no se ha producido la ruptura formal, pero sí hay planes para desmantelar la Ley de Energía Limpia, las regulaciones puestas en marcha para alcanzar los objetivos de París.

SUBE LA TEMPERATURA DE LA TIERRA

Las posiciones de Pruitt, el antiguo fiscal general del estado petrolero de Oklahoma, que hizo carrera demandando hasta en 14 ocasiones a la agencia que ahora dirige, contrastan con las de otras agencias estadounidenses como la NASA o la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica. Hace dos meses, ambas concluyeron que "la temperatura media en la superficie terrestre ha aumentado 1.1 grados centígrados desde finales del siglo XIX, un cambio derivado en gran medida del aumento del dióxido de carbono y otras emisiones humanas”.

Pruitt ha sido durante años un estrecho aliado de la industria de hidrocarburos, como quedó demostrado con la publicación de los miles de correos electrónicos que intercambió con empresas y lobistas del gas y el petróleo. "¿Alguna sugerencia?", escribió el número dos de su departamento a un ejecutivo de la petrolera Devon en 2013, cuando Pruitt preparaba su respuesta a la propuesta de la EPA para reducir las emisiones de metano, un potente gas de efecto invernadero. Entre otras cosas, aquellas regulaciones obligaron a las compañías de hidrocarburos a hacer públicas sus emisiones de metano, pero hace solo unas semanas Pruitt anunció que ese requisito deja de estar vigente.

Pruitt se ha dedicado también a situar al frente de la EPA a notables negacionistas climáticos, según publicaba recientemente el diario 'The New York Times', y la Casa Blanca planea reducir sensiblemente el presupuesto y la plantilla de la agencia. El borrador presupuestario del Gobierno contempla un recorte del 24% de sus fondos y el despido del 20% de los 15.000 empleados de la agencia.