La gestión de la pandemia ha asestado un duro golpe a la imagen de superioridad de la Unión Europea (UE) y de Estados Unidos, al convertirse en los dos focos con más víctimas mortales: más de 103.000 fallecidos en la UE (sin contar los 26.000 del Reino Unido) y más de 61.000 en EEUU, según los datos de la Universidad Johns Hopkins a mediodía de antes de ayer.

La UE, absorbida por los retos sanitarios, socioeconómicos y democráticos del covid-19, desatiende los aspectos geopolíticos de la pandemia. La división entre los estados europeos, el repliegue interno y la falta de voluntad política impiden a la Unión Europea sustituir el ausente liderazgo norteamericano para coordinar una respuesta a nivel internacional y deja el campo abierto para que un país como China pueda desempeñar una influencia clave en la definición del mundo posterior al covid-19.

La pandemia ha acentuado las tendencias preexistentes. En primer lugar, ha acelerado aún más el deterioro de las relaciones trasatlánticas generado por la actitud del presidente Donald Trump desde su llegada al poder. Los últimos ejemplos son el anuncio unilateral de suspender las conexiones aéreas con Europa sin consultarlo o comunicarlo previamente a sus aliados y el intento de adquirir un laboratorio alemán que trabaja en una vacuna, para disponer del monopolio norteamericano de ese eventual tratamiento. Esto se suma a las tensiones por las amenazas norteamericanas sobre los gastos de defensa, el abandono de tratados nucleares clave para la seguridad y las sanciones comerciales a productos europeos.

Sin liderazgo

La pandemia, en segundo lugar, ha acentuado el aislacionismo de EEUU, ya que en ningún momento Trump ha intentado impulsar una coordinación internacional para hacer frente al covid-19, evidenciando una inédita ausencia de liderazgo norteamericano en una grave crisis mundial. «Es la primera crisis de un mundo posnorteamericano», señala el director del Instituto Francés de Relaciones Internacionales (IFRI), Thomas Gomart.

La Unión Europea, desbordada por la pandemia y desgastada por la crisis financiera, la crisis migratoria y el brexit, se muestra hasta ahora incapaz de liderar una coordinación mundial. La UE se expone a salir de la pandemia «empobrecida, desunida y aún más dubitativa sobre su participación en los asuntos mundiales», advierte.

El coronavirus, en tercer lugar, ha debilitado aún más el multilateralismo. Por un lado, la suspensión de la financiación de Estados Unidos a la Organización Mundial de Salud (OMS) supone un nuevo paso en la estrategia de Donald Trump de debilitar las instituciones internacionales dentro de su lógica de «Norteamérica primero». Y, por el otro lado, la ausencia de una coordinación internacional efectiva incluso a nivel continental, como la UE, ha llevado a reforzar el papel de los estados individuales, incluso en el seno de la Unión Europea. Las principales respuestas a la pandemia han sido nacionales o regionales, pero no internacionales, lamenta el diplomático norteamericano Richard Haas, autor de A world in disarray (Un mundo en desorden).

La reacción

En este contexto, China aprovecha su éxito en controlar el covid-19 y su dominio mundial en la fabricación de equipamiento sanitario y medicinas para promover su liderazgo en la lucha global contra la pandemia e incrementar su influencia política, contrarrestando así el impacto negativo de sus crecientes tensiones con Washington. China respondió a la suspensión de la financiación norteamericana a la OMS prometiendo 30 millones de dólares adicionales, mientras que la ausencia de un gesto similar por parte de la UE hace más patente la debilidad europea en el marco de la escena internacional.

Respecto a Europa, China fortalece su influencia con videoconferencias con los gobiernos de los países del Este, los Balcanes y Grecia (grupo 17+1), la diplomacia de los envíos de mascarillas y privilegiando los suministros comerciales a países a través de contactos políticos de alto nivel, como en Alemania, Francia, España, Italia y Austria, detalla un informe del European Think Tank Network on China.

En paralelo, China ha intensificado su ofensiva diplomática en las redes sociales para promover la actuación del país, contrarrestar los ataques norteamericanos y resaltar los fallos de la Unión Europea, cuadruplicando sus tuits en abril, según un estudio de Alliance for Securing Democracy sobre la actividad de 135 diplomáticos chinos. Un informe del Servicio Europeo de Acción Exterior (EEAS) del pasado 24 de abril indica que China no ha dudado en recurrir también a tácticas de desinformación en las redes sociales, como Rusia.