Nunca en la historia la casa real de Bélgica había reconocido las atrocidades y los actos de crueldad cometidos en la República Democrática del Congo por el rey Leopoldo II, que utilizó esta excolonia africana como su coto privado entre 1895 y 1908, explotando brutalmente y a su antojo los recursos naturales como el caucho y utilizando para ello a la población local en condiciones de absoluta esclavitud lo que llevó a la muerte a más de 10 millones de personas. Coincidiendo con el 60º aniversario de la independencia de la excolonia, el 30 de junio de 1960, el rey Felipe II ha expresado este martes públicamente su "profundo arrepentimiento" en una carta dirigida al presidente del país, Felix Tshisekedi.

La especie de mea culpa sobre el pasado colonial belga ha tardado años en llegar y solo ha sido posible tras la ola de indignación y protestas desatadas en todo el mundo por la muerte del afroamericano George Floyd, en Estados Unidos a manos de la policía, y el movimiento Black Lives Matter que en las últimas semanas también se ha dejado sentir con fuerza en Bélgica. Decenas de estatuas y bustos de Leopoldo II, muy presente todavía en muchas ciudades incluida la capital de Bruselas, han sido vandalizadas y pintadas por grupos antirracistas que exigen su retirada y la apertura de un debate público que arrancará finalmente en septiembre en una comisión parlamentaria dispuesta a examinar el pasado colonial "en todas sus dimensiones" y en el que participará también la diáspora congoleña.

"Ha llegado la hora de que Bélgica emprenda el camino de la verdad", ha reconocido también este martes la primera ministra, Sophie Wilmès, que ha indicado que durante este 2020 "debemos ser capaces de mirar el pasado compartido con lucidez y discernimiento", un pasado cargado de "desigualdades y violencia" hacia los congoleños. Faltaba, sin embargo, un pronunciamiento del rey de los belgas, que solo puede posicionarse sobre cuestiones políticas con el aval del Gobierno belga, y finalmente ha llegado este martes.

"Violencia y crueldad"

En la carta, Felipe II reconoce por primera vez los actos de "violencia y crueldad" cometidos en el Congo que "pesan en nuestra memoria colectiva" y que causaron "sufrimiento y humillaciones", aunque no menciona explícitamente y por su nombre a su antepasado Leopoldo ni pide formalmente excusas. "Quiero expresar mi profundo pesar por estas heridas del pasado cuyo dolor se ha reavivado por las discriminaciones todavía muy presentes en nuestras sociedades", señala dando su apoyo a la reflexión lanzada por el Parlamento federal belga para que "nuestra memoria quede definitivamente en paz".

Un gesto que la prensa belga ha calificado de "histórico" ya que reconoce por primera vez de forma oficial un pasado tremendamente oscuro cuyos vestigios siguen atormentando al país. De hecho, el propio Felipe II ya optó a finales del 2018 por no participar en la ceremonia de inauguración del renovado Museo de África, situado en la periferia de Bruselas, e ideado por su antepasado como herramienta de propaganda del proyecto colonialista que lo convirtió en multimillonario.