Sin palabras estridentes y dispuestos a negociar. El Gobierno italiano ha respondido así a Lombardía (Milán) y Véneto (Venecia), las dos regiones italianas que el domingo aprobaron mediante sendos referéndums solicitar una mayor autonomía. La cita ha ratificado una plebiscitaria victoria del ‘sí’ en ambas regiones, sin que ello haya ido aparejado por una desbordante participación. En concreto, según datos divulgados por las entidades regionales, acudió a votar el 57% de los vénetos con derecho a voto y apenas el 38% de los electores de Lombardía, siendo Milán una de las ciudades en las que la consulta despertó menos interés.

El Ejecutivo liderado por Paolo Gentiloni "está dispuesto a negociar", ha puntualizado Maurizio Martina, ministro de Políticas Agrícolas. "Gentiloni me ha confirmado que podemos empezar a negociar y que estará involucrado el ministerio de Economía", ha confirmado asimismo Roberto Maroni, presidente regional de Lombardía.

"Aunque creo que sería mejor que los presidentes (de Lombardía y Véneto) sean claros con sus ciudadanos. Negociaremos, pero lo de quedarse con los impuestos debe ser una broma de Luca Zaia (presidente del Véneto)", ha puntualizado Claudio De Vincenti, ministro para la Cohesión Territorial. "Lo mismo ocurre con las cuestiones relativas a la seguridad. No se discuten. Eso dice la Constitución", ha insistido Martina, poco después de que el presidente regional del Véneto, Luca Zaia, dijera querer retener en Lombardía "9 de cada 10 impuestos" pagados y el estatuto especial.

Competencias compartidas

En este línea, el Gobierno italiano ha optado por esta interpretación de los artículos 116 y 117 de la Constitución Italiana, y sus leyes anexas, que son las que enumeran las competencias exclusivas (que solo el Estado tiene) y las veinte concurrentes (que comparten el Estado y sus regiones). Estas últimas son, de hecho, precisamente las que el Ejecutivo italiano de centroizquierda ha aceptado negociar, en virtud de la última reforma constitucional de 2001 (apoyada en su momento tanto por la izquierda como por la derecha).

Una negociación que, de llegar a buen puerto, permitiría a las dos regiones obtener un mayor margen de maniobra para decidir sobre una serie de asuntos, tal y como contempla el artículo 117. Entre otras cuestiones en las que tendrían capacidad de decisión se encuentra la relación con la Unión Europea, la organización de puertos y aeropuertos civiles, los programas educativos, el sistema sanitario, las redes de transporte y navegación, las políticas industriales y los proyectos científicos y tecnológicos.

Desde la sede del Ejecutivo en el Palazzo Chigi en Roma, también se ha puesto de manifiesto que la viabilidad de un acuerdo lo confirma también que la región de Emilia Romaña -históricamente gobernada por la izquierda- ya está negociando sobre el mismo asunto. Tanto que el pasado 18 de octubre el presidente regional de esta región, Stefano Bonaccini, fue recibido por el primer ministro Gentiloni. Y otra cita entre Bocaccini y Gianclaudio Bressa, delegado del Gobierno y subsecretario para los Asuntos Regionales, se celebró precisamente este lunes.

"Italia ya tiene su propia Cataluña"

Hay debate, en Italia. "Italia ya tiene a su propia Cataluña. Quizá parezca una comparación forzosa, o una broma. Pero, si bien no hay un empujón independentista en el norte de Italia, sí se señala un ímpetu reivindicacionista que ha de ser resuelto“, ha dicho, en esta línea, Stefano Folli, editorialista de 'La Repubblica'. "Ojo con las fragmentaciones. Hay que permanecer unidos", observó, por su parte, el obispo de Taranto, monseñor Filippo Santoro, sobre esta consulta autorizada en Véneto incluso por una sentencia del Tribunal Constitucional italiano de 2015.

De facto, la negociación, más allá de las discrepancias iniciales entre unos y otros, se anuncia desde ya compleja y de difícil resolución en un periodo corto de tiempo. Una circunstancia que se debe a que el Gobierno está cerca de finalizar y pronto iniciará la campaña para las generales previstas para la próxima primavera. Esto se suma a que esta negociación no registra un consenso político unánime y el Movimiento Cinco Estrellas ha estado prácticamente ausente, hasta ahora, del debate.