Las últimas 48 horas se han convertido en una auténtica pesadilla para la presidenta brasileña, Dilma Rousseff. Como si fuera un castillo de naipes, la delicada alianza que la líder del Partido de los Trabajadores (PT) tejió de cara a la votación del 'impeachment' o juicio político del próximo domingo se ha venido abajo.

El hundimiento de Rousseff comenzó cuando el pasado martes elPartido Progresista (PP) y el Partido Republicano de Brasil (PRB) anunciaron su repentina salida de la alianza de Gobierno y su apoyo a la destitución de Rousseff. Apenas un día más tarde, el miércoles, el Partido Social Demócrata (PSD) y el Partido Trabajista Brasileño (PTB) tomaron una decisión similar.

La larga sombra del vicepresidente Michel Temer, actualmente en la oposición tras la salida del Gobierno del Partido del Movimiento Democrático de Brasil (PMDB), parece estar detrás del "efecto dominó" que ha dejado sola a Rousseff en el último momento. Los rumores en Brasilia hablan de maletines y reuniones secretas entre los líderes de los partidos rebeldes y Temer.

Al menos así lo denunció el diputado del Partido Socialismo y Libertad (PSOL), Ivan Valente, quien insinuó que los miembros de los partidos minoritarios, muchos de ellos investigados por corrupción en la 'operación Lava Jato', habrían pactado por Temer una relajación de las investigaciones de la policía federal en caso de que este ocupe el puesto de presidente interino.

"CONSPIRACIÓN"

Cabe recordar, además, que el presidente de la Cámara de los Diputados e impulsor del 'impeachment', Eduardo Cunha, quien también pertenece al PMDB, está imputado por blanqueo de capitales y corrupción activa en la operación Lava Jato. Una situación cercana a la teoría de la conspiración que llevó a Rousseff a afirmar el pasado martes que Cunha y Temer son "los jefes de la conspiración" en Brasil.

Visiblemente enojada, Rousseff destituyó este jueves a los cuatro ministros de su gobierno asociados al PP y el PMDB a la vez que advirtió: "Lucharé hasta el último minuto del segundo tiempo". Aunque todo hace pensar que la líder del PT no logrará sumar los 171 votos necesarios para frenar el proceso, está claro que la antigua guerrillera no abandonará su cargo presidencial sin luchar.