Guantes, termómetros, mascarillas, jabón y hasta unos vales para una lotería esperaban ayer a los primeros votantes que acudían a los colegios a depositar su papeleta en la consulta sobre la reforma electoral que puede convertir a Vladímir Putin en el presidente vitalicio de facto de Rusia. Debido a la pandemia y para evitar aglomeraciones, los centros abrirán hasta el 1 de julio, mientras medios independientes comenzaban a desgranar supuestos casos de manipulación electoral y presión a los votantes.