Se trata de una modernización de un misil previo, el 9M728, y tiene incluso un alcance menor que su versión más antigua, no superando, en ningún momento, la marca de 500 kilómetros fijada por el Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio (INF, por sus siglas en inglés).

Esta era la principal línea de argumentación que esgrimieron los responsables militares rusos este miércoles, y ante un nutrido grupo de corresponsales locales y extranjeros, en el momento de presentar, en el parque militar de Kúbinka, a unas decenas de kilómetros de Moscú, el controvertido proyectil Novator 9M729. El cohete, conocido como SSC-8 en la terminología de la OTAN, viola, según EEUU, y dirigentes atlantistas y europeos, los términos del histórico pacto que rubricaron hace poco más de tres décadas los líderes de las dos principales potencias nucleares, Ronald Reagan y Mijaíl Gorbachov, y es el pretexto al que Washington se está acogiendo en estos momentos para justificar su intención de denunciar próximamente el acuerdo.

"El radio de acción ha sido confirmado durante [la celebración de] los ejercicios estratégicos en el 2017", ha asegurado el general Mijaíl Matveevski durante el acto, que ha calificado de "ejercicio de transparencia". Según aseguraron fuentes militares rusas, el alcance del polémico cohete se limita a 480 kilómetros, 20 por debajo de la cifra establecida por el INF e incluso 10 kilómetros inferior a su hermano menor, el más antiguo 9M728.

"PRESERVAR EL INF"

Junto a Matveevski se hallaba también el viceministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguéi Riabkov, quien ha insistido en la necesidad de "preservar" el Tratado INF, que puso fin a la crisis del despliegue de los misiles de alcance intermedio en Europa durante la década de los 80. El responsable ruso ha expresado su creencia de que en Washington la decisión ya ha sido tomada, al tiempo que ha acusado a EEUU de preparar desde hace mucho la salida del INF, modernizando una fábrica militar en Arizona capaz de fabricar misiles nucleares de corto y medio alcance.

La tensión en torno al misil crece a medida que se acerca la fecha de finalización del ultimátum de 60 días que dio Washington a Moscú el pasado mes para cumplir con las exigencias del tratado o de lo contrario, iniciar un procedimiento de denuncia. Rusia, por su parte, ha declarado su intención de no reconocer ninguna decisión unilateral norteamericana respecto al INF, al tiempo que ha planteado una serie de "medidas concretas" para calmar las sospechas estadounidenses. La UE, por boca del ministro de Exteriores alemán, Heiko Mass, ha conminado a la parte rusa a destruir los proyectiles cuestionados para que el acuerdo continúe en vigor.

Otra de las razones por las que la parte estadounidense pretende denunciar el tratado es, según su opinión, su obsolescencia. Fue firmado en un momento histórico muy diferente, cuando solo existían dos grandes potencias nucleares en el planeta -EEUU y la URSS- mientras que en la actualidad, países como China están desarrollando y desplegando tales misiles. El presidente ruso Vladímir Putin ha prometido trabajar para integrar a Pekín en el tratado, aunque esta propuesta tiene escasas posibilidades de salir adelante pese al momento dulce que atraviesan las relaciones chino-rusas.

Una vez denunciado el pacto, la retirada formal debería culminarse en un periodo de seis meses, por lo que aún existe un cierto margen de tiempo y maniobra para que la diplomacia logre resultados y perviva finalmente el pacto, considerado una de las piedras angulares del sistema de desarme mundial.