Por enésima vez, el portavoz del Kremlín, Dmitri Peskov, ha rechazado de plano que su país haya sido el responsable de campaña de injerencia alguna en las presidenciales estadounidenses del 2016, tras conocerse los resultados del informe del fiscal especial Robert Mueller sobre la posible colusión, ya refutada, del equipo del presidente estadounidense Donald Trump con agentes rusos. "Nuestra posición de principios es conocida; nuestro país nunca ha interferido en los asuntos internos de otro país, incluyendo EEUU", ha destacado el portavoz presidencial ruso, Dmitri Peskov.

El portavoz no ha querido entrar en particularidades acerca del contenido del documento, escudándose en que no había sido publicado. "No hemos visto el informe y no podemos comentar en detalle nada", ha continuado Peskov, quien ha aprovechado la ocasión para calificar las acusaciones de "insustanciales". Por su parte, el Ministerio de Exteriores ruso ha denunciado en un comunicado el "esfuerzo colosal" y "el dinero del contribuyente" para "desmentir esta falsificación evidente".

Menos circunspectos e incluso con indisimulado regocijo han recibido la noticia algunos parlamentarios de las formaciones oficialistas, así como los medios de comunicación progubernamentales. "Los resultados de la investigación Mueller son una vergüenza para EEUU y su élite política", ha valorado en su cuenta de Twitter el senador Alekséi Pushkov. "Todas las acusaciones se las han inventado", ha continuado. Algunos de ellos, como el también senador Konstantin Kossachev, han abogado para que ambos países retomen sus dañadas relaciones y "empiecen de cero".

Medios como Ria Nóvosti han comenzado a airear, en tono jocoso, la posibilidad de que tras el Rusiagate venga el Ucraniagate, una teoria conspirativa que sugiere que fue el Gobierno de Kiev el que intervino en los comicios del 2016 en favor de Hillary Clinton, algo que mencionó incluso el propio Trump en un tuit.

Más realista, el diputado Leónid Slutsky ha valorado que las conclusiones del informe Mueller son "una rehabilitación del presidente Trump", aunque ha considerado como "poco probable" que ello implique "un cambio en el diálogo entre Rusia y EEUU".