Tienen la sensación de ser los últimos representantes de una cultura en vías de extinción frente a modos de vida neorrurales y al turismo masivo; ven desaparecer los servicios públicos y las tiendas del centro, absorbidas por los grandes centros comerciales de las afueras; ilustran la doble fractura social y cultural que pone en juego concepciones distintas de la vida individual y colectiva.

En el 2012, el sociólogo francés Jean Pierre Le Goff describió en El fin del pueblo una Francia que años más tarde saldría a la luz con el movimiento de los chalecos amarillos. Un territorio rural que se vacía -nueve de cada 10 localidades tienen menos de 2.000 habitantes- y donde surgen iniciativas para salvar locales como el café Le Petit Campagnard, en Girancourt, un pueblo de 900 habitantes de Los Vosgos. El local estaba en venta desde hacía tres años y habría desaparecido de no ser por el proyecto 1.000 cafés.

Gracias a un acuerdo entre los ayuntamientos, los gerentes de los locales y una asociación especializada en economía solidaria (Groupe SOS), se seleccionarán mil establecimientos que tendrán rebajas fiscales y a los que el Gobierno concederá gratis la licencia para vender alcohol. Pueden presentar una candidatura todas las cafeterías y restaurantes de pueblos con menos de 3.500 habitantes.

Más infraestructuras /A un mes de las elecciones municipales, el primer ministro, Edouard Philippe, y cinco de sus ministros han visitado Le Petit Campagnard durante un desplazamiento a la zona para poner en marcha la agenda rural anunciada en septiembre como respuesta al sentimiento de abandono expresado por los chalecos amarillos.

El desarrollo de la fibra óptica es una de las prioridades, aunque algunos expertos se muestran escépticos porque no creen que así se restaure la cohesión territorial entre París y la provincia.