La obsesión de Matteo Salvini por convertir los comicios regionales en Emilia Romaña -que se celebran este domingo- en el detonante del colapso político del Gobierno de Roma, generando la mejor tormenta posible, ya ha vuelto a superar los límites. El martes por la noche, mientras se encontraba en campaña en el barrio boloñés de Pilastro, acompañado por un puñado de televisiones, el líder de la ultraderechista Liga llamó a la puerta de una familia tunecina para preguntar si su hijo adolescente traficaba con drogas.

«Buenos días, buenas noches, ¿Nos puede dejar entrar? Yo quisiera entrar. ¿Es verdad que trapichea con drogas?», lanzó el exministro italiano. Luego se rió y, después de que le colgaran, volvió a llamar más veces al timbre. «Es tunecino, ¡eh!», dijo entonces dirigiéndose a la anciana simpatizante que le había señalado la familia mientras otros vecinos empezaban a arremeter contra él. «Vergüenza, eres un indecente».

Estrategia fallida

La reacción de las autoridades tunecinas fue inmediata y furiosa. «Salvini es un racista», dijo sin medios términos Oussama Sghaier, diputado del Parlamento de Túnez. «Salvini tiene que entender que estas estrategias para obtener votos ya no son tendencia», añadió Sami Ben Abdelaali, otro diputado tunecino, en referencia a que las polémicas sobre la inmigración últimamente han perdido fuelle también en Italia. Y más aún. El gesto de Salvini ha sido «una provocación en la que no hubo respeto alguno por un domicilio privado», denunció el embajador tunecino en Italia, Moez Sinaoui.

Atónito por el inesperado (e indeseado) protagonismo, también el joven tunecino, que estudia y es futbolista en un conjunto local, le respondió. «Soy un chico normalísimo, pero ahora tengo la sensación de que todos me miran». Y añadió que ha presentado una denuncia contra Salvini. «No trapicheo con drogas, juego al fútbol. Esto es difamación. Mi papá se ha quedado muy dolido», añadió hablando con un marcado acento boloñés.

Esta vez Salvini se ha quedado (casi) solo. Incluso Giorgia Meloni, líder del partido Hermanos de Italia, aliada de Santiago Abascal (Vox), le abandonó. «No, yo no lo hubiera hecho», dijo.