«México me ha salvado la vida» y «mientras tenga la vida, seguimos en política y lucha», pronunció ayer el expresidente de Bolivia Evo Morales tras aterrizar en la capital mexicana. «Quemaron y saquearon mi casa y la de mi hermana, secuestraron a colaboradores», dijo el mandatario sobre el «golpe de Estado» en su contra que propició su renuncia «para evitar mayor derramamiento de sangre» y su exilio a México.

Su huida fue «un periplo complejo», dijo el canciller mexicano Marcelo Ebrard, quien lo recibió tras un viaje de 12 horas en que el Gobierno azteca tuvo que lidiar para lograr permisos para sobrevolar cielo brasileño, la negativa de Ecuador y la aceptación de Lima de atravesar Perú pero sin repostar. Una muestra del terremoto político que ha generado el exilio de Morales. México insiste en que «en Bolivia se ha producido un golpe de Estado militar» y reconoce a Morales como «presidente en funciones electo constitucionalmente». El presidente Andrés Manuel López Obrador, dio la orden de ofrecerle asilo.

Integridad física

El Gobierno mexicano se afanó en brindar esta acogida instantes después de la renuncia de Morales este domingo bajo el argumento de «garantizar su integridad física», aunque de fondo el gesto también favorece el posicionamiento de México en la región. «Con un presidente, López Obrador, que se niega a viajar al exterior, el asilo a Evo ha sido una oportunidad para impulsar el liderazgo de México y recuperar la época dorada de la diplomacia mexicana en los 70, que tanto invoca Amlo», valora a este diario Rodrigo Salazar Elena, investigador de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso). «A su vez -añade el analista- Amlo satisface a las bases más izquierdistas e indígenas que esperaban ese tipo de discurso del presidente, así como descarga tensión de problemas internos como la seguridad».

En los 40 México asiló a 25.000 republicanos españoles; en los 70, a refugiados de chile, Uruguay y Argentina, incluido un expresidente de ese país; en los 80 a miles de Guatemala, Nicaragua y El Salvador. Sin embargo, esa diplomacia de acogida se frenó a partir de los 90 hasta la actualidad con los varios gobiernos de derecha, por lo que el asilo a Morales representa un cambio. México gana una carta frente a la OEA y la comunidad internacional para solicitar cambios en su favor.