Los dirigentes europeos son muy conscientes de que el pacto conTurquía para deportar refugiados provoca chispas entre oenegés y organizaciones proderechos humanos pero también consideran que, tras seis meses de planes fallidos, no tienen alternativas para contener el aluvión migratorio y han optado por la opción patrocinada por la cancillera alemana Angela Merkel. Cerrar los ojos a las vulneraciones de derechos fundamentales y pactar con el gobierno de Tayyip Erdogan.

“No tengo ni idea de si es un día o momento histórico pero es un paso hacia delante para frenar la inmigración irregular hacia Europa. Siempre he tratado de ser pragmatico. Este acuerdo es muy importante. Quizás no para la historia. No soy un profeta pero es uno de los logros más importantes que podíamos esperar”, valoraba el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk.

Igual de cauteloso se mostraba el presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, consciente de que el problema en los próximos días será lograr que Atenas y Ankara adopten toda la logística operativa y jurídica necesaria para que el plan pueda empezar a funcionar. “Es una tarea hercúlea, especialmente para Grecia”, admitía sin entrar a valorar las carencias del sistema de asilo griego pero reconociendo la dureza de las negociaciones. “No todo lo que se ha dicho nos gusta pero las negociaciones se han producido en una atmósfera amistosa”, aseguraba junto a un Ahmet Davutoglu satisfecho porque el plan confirma que no hay futuro en la UE sin Turquía y que Turquía no tiene futuro sin la UE.

El primer ministro griego, Alexis Tsipras, se mostraba satisfecho con el resultado mientras que la cancillera alemana, Angela Merkel, entiende que el plan lanza el mensaje que pretendían: “A partir del domingo si intentas cruzar el Egeo no solo arriesgas tu vida, apenas tienes opciones”, advertía minutos antes de que su colega Mariano Rajoy calificara el resultado como “la primera solución que tiene visos de ser la definitiva”.

A juicio del presidente del Gobierno español, se trata de “un acuerdo razonable, respetuoso con la ley y con la tradición europea de respeto de los derechos humanos”. Una valoración con la que discrepan organizaciones como Save the Children, Amnistía internacional o Unicef que consideran que el pacto crea más incertidumbre y no aclara cómo funcionará en la práctica. El mismo temor expresado por el Alto Comisionado de Naciones Unidas para el Refugiado (ACNUR) que califica de “crucial” la fase de aplicación tanto en Grecia como en Turquía. “Los refugiados necesitan protección no rechazo”, advierten.