En la segunda noche de protestas por otro episodio de violencia policial contra un ciudadano negro en la ciudad de Kenosha, en Wisconsin, la policía lanzó gases lacrimógenos contra cientos de manifestantes que clamaban por el suceso, similar al que acabó con la vida de George Floyd, a pesar de decretarse el toque de queda.

En esta ocasión, Jacob Blake, de 29 años, fue tiroteado hasta siete veces por la espalda delante de sus tres hijos. La familia de Blake informó de que el estado de salud de la víctima mejoró ayer tras ser operado en el hospital de Milwaukee, adonde fue trasladado en avión. Sin embargo, el padre de la víctima comunicó que su hijo quedará paralítico de cintura para abajo como resultado de los disparos de la policía.