El Ejército birmano ha anunciado este martes una condena de diez años de prisión y trabajos forzosos para siete de sus soldados "por participar y contribuir en el asesinato" de diez hombres rohinyás, una minoría étnica musulmana de Birmania, el pasado septiembre.

La masacre tuvo lugar en la villa de Inn Din, en el noroeste del país, según reconoció en enero el Ejército en una inusual admisión de culpa, la primera en la que militares birmanos reconocen estar implicados en el asesinato de rohinyás. Por su parte, el jefe de las Fuerzas Armadas birmanas, el general Min Aung Hlaing ha asegurado que el proceso contra el personal policial y otros civiles implicados en el crimen "sigue su curso".

Los hombres rohinyás asesinados en la villa de Inn Din fueron enterrados en una fosa común a principios de septiembre, tras ser acuchillados y disparados por vecinos budistas y soldados. Esta masacre forma parte de la campaña militar que ha dejado 7.000 muertos y que se inició el pasado 25 de agosto como respuesta a un ataque por parte de insurgentes rohinyás a unas instalaciones de la policía y el Ejército. Desde entonces, casi 700.000 miembros de esta etnia, no reconocida por las autoridades birmanas, han huido a Bangladés como refugiados.

PERIODISTAS ENCARCELADOS

Los hechos de Inn Din estaban siendo investigados por dos periodistas de la agencia Reuters, que fueron más tarde arrestados por obtener documentos clasificados sobre la matanza y se enfrentan a cargos de violación de la ley de Secreto Oficial, con penas de hasta 14 años de cárcel. Este miércoles, un juez ha rechazado la petición de los acusados de desestimar el caso.

En un comunicado, el presidente de Reuters, Stephen J. Adler ha comunicado que en la agencia se sientes "profundamente decepcionados con esta decisión" y ha reivindicado que los periodistas, Wa Lone y Kyaw Soe Oo estaban informando sobre los hechos acontecidos en Birmania "de forma independiente e imparcial, simplemente haciendo su trabajo".

LA PUNTA DEL ICEBERG

La oenegé Amnistía Internacional ha apuntado que los asesinatos de Inn Din son "la punta del iceberg" de las atrocidades cometidas por las fuerzas de seguridad birmanas, a las que también se acusa de violaciones, quema de viviendas y saqueos, entre otros delitos.

Altos representantes de Naciones Unidas han calificado la persecución contra los rohinyás en Birmania de limpieza étnica con "marcas de genocidio", conforme a los testimonios recogidos entre los supervivientes y refugiados en Bangladés.