No hay por ahora un «más allá» de la pandemia en América Latina. La región todavía tiene semanas de tránsito sinuoso, con zonas de peligro a la vista, antes de poder imaginar una desescalada. La Organización Panamericana de la Salud ha sido clara: no hay una desaceleración de los contagios, que se acercan a los dos millones. Brasil, Perú, México y Chile se encuentran entre los países del mundo con mayor cantidad de infectados. Brasil ha traspasado la barrera del millón de casos positivos y ronda los 50.000 muertos.

El covid-19 llegó tarde a América Latina. Su expansión previa por Europa permitió en un primer momento ganar tiempo. Pero la crisis económica preexistente y la falta de inversión pública en los sistemas sanitarios se han convertido en serios condicionantes.

Casi tres meses después de que comenzara a implementarse el confinamiento, su aplicación no solo ha sido desigual sino que, en algunos países, se ha hecho a medias o mal. Chile, con casi 230.000 infectados y unos 400 decesos, ha extendido el estado de emergencia y ha decretado esta semana una ley que penaliza con cárcel a quienes transgredan el confinamiento. Argentina ha decidido endurecer las restricciones en la capital y la periferia, donde se concentran el 95% de los enfermos.

La pospandemia no ofrece tranquilidades y ya se palpan los efectos del derrumbe económico. Muchos países tendrán caídas del PIB cercanas al 10%. El invierno se acerca. ABEL GILBERT