Las Navidades se acercan sin que se perciba una salida a la crisis social que paraliza los transportes en Francia desde hace 12 días ya por la oposición a la reforma de las pensiones que prepara Emmanuel Macron. Hoy, los sindicatos han hecho un nuevo llamamiento a la huelga interprofesional y a desfilar por las principales ciudades del país para exigir la retirada de un texto que plantea sustituir los 42 regímenes de jubilación actuales por un sistema universal por puntos. Se espera que secunden los paros el 25% de los profesores de primaria, el 60% en París, y que salgan a las calles un millón de personas.

En la capital, ocho líneas de metro permanecerán cerradas y el transporte ferroviario se verá seriamente afectado en todo el territorio mientras que la Dirección General de la Aviación Civil (DGAC) pidió a las aerolíneas anular un 20% de sus vuelos programados en el aeropuerto parisino de Orly. Este lunes se ha batido un nuevo récord de atascos, con 630 kilómetros, en las vías de acceso a París.

Será la primera vez que el moderado y mayoritario sindicato CFDT, la única central de peso que apoya el nuevo sistema, se una a la movilización. Su secretario general, Laurent Berger, considera que al proponer una edad de equilibrio (64 años) para tener derecho a toda la pensión, el Gobierno ha traspasado una línea roja y que cometería un «error» de persistir en la idea.

No obstante, a diferencia de Fuerza Obrera o la CGT, la CFDT es partidaria, como el Gobierno, de decretar una «tregua» en los transportes para que los franceses puedan desplazarse durante las fiestas navideñas. El Ejecutivo reiteró los llamamientos a un paréntesis en las protestas para no penalizar a los franceses que quieren pasar las fiestas en familia e insistió en que tiene la mano tendida al diálogo. El primer ministro, Edouard Philippe, convocó a los agentes sociales a una reunión mañana. Pero antes, unos y otros podrán medir de qué apoyos disponen en la opinión pública para seguir adelante con sus planes.

CONFLICTO / En todo caso, el Gobierno ha tropezado con un imprevisto que se ha saldado con la dimisión del alto comisario elegido por Macron en el 2017 para preparar la reforma del sistema de pensiones. El antiguo ministro de Jacques Chirac, Jean Paul Delevoye, terminó tirando la toalla y presentando su dimisión ayer tras salir a la luz que mantuvo múltiples actividades profesionales incompatibles con su actual puesto en el Gobierno

Considerado una especie de ministro de las pensiones desde que entró en el Gabinete de Edouard Philippe el pasado septiembre, Delevoye estaba en el centro de la polémica desde hace una semana porque en su declaración de intereses ante la Alta autoridad para la transparencia de la vida pública (HATVP, según sus siglas en francés) «olvidó» mencionar los puestos que aún ocupa en diversos organismos.

En un comunicado, el ya excomisario justificaba su decisión argumentando que al atacarle a él se atenta contra la reforma. «Este proyecto es esencial para Francia. Si me mantengo, lo debilito», sostuvo. La prensa francesa había revelado que Delevoye era administrador voluntario en una escuela de formación de aseguradoras, miembro de la Fundación de la SNCF -encargada de las actividades de mecenazgo en la compañía estatal de ferrocarril- o presidente de honor de un think tank del que cobró 64.000 euros en 2018 y 2019. Una acumulación de funciones -hasta 13- que prohíbe expresamente la Constitución francesa.