Alemania está cada vez más cerca de otro gobierno de Gran Coalición. Reunidos en un congreso extraordinario en Bonn, el Partido Socialdemócrata (SPD) ha dado su visto bueno para que la directiva encabezada por Martin Schulz empiece a negociar un nuevo programa de gobierno junto a la Unión Demócrata Cristiana (CDU) de la cancillera Angela Merkel. “Hoy decidimos el rumbo de Alemania y Europa”, ha remarcado.

Ante una audiencia poco entusiasmada con la propuesta, Schulz ha visto como diez meses después de ser elegido por unanimidad presidente del partido el SPD ha evidenciado su profunda división y ha aprobado las negociaciones con los conservadores con 362 votos a favor (56%), 279 en contra (44%) y una abstención. Tras el ‘sí’ socialdemócrata, Alemania abre la puerta a un periodo de discusiones donde SPD y CDU acordarán los puntos de un nuevo programa de gobierno conjunto. Para prosperar, éste deberá ser ratificado por los 450.000 miembros del partido. En 2013 el pacto con Merkel recibió un 76% de los apoyos. Este año se espera que el escepticismo sea mucho mayor.

Renovar Europa

En su discurso de casi una hora, Schulz ha pedido el apoyo a los 600 delegados del partido centrándose en un tema que une a todos, la refundación de la Unión Europea. Con Emmanuel Macron gobernando en Francia - con quien Schulz habló por telefoneó este sábado-, el SPD ve en la Gran Coalición una oportunidad para forzar a Merkel a cambiar su constante ‘nein’ a las modificaciones de la arquitectura comunitaria. “Finalmente podemos poner punto y final al espíritu del neoliberalismo en Europa”, ha exclamado evocando la tradición europeísta de líderes históricos del partido como Willy Brandt o Helmut Schmidt ante una audiencia, ahora sí, convencida.

De llegar a un acuerdo final, se especula que el alcalde de Hamburgo Olaf Scholz podría ser el elegido por el partido para hacerse con el control del Ministerio de Finanzas, crucial para impulsar la agenda europea y para la política doméstica de un país donde crece la pobreza, la desigualdad y la precarización laboral. El Ministerio de Asuntos Exteriores también estaría en el radar de los socialdemócratas.

El miedo a la repetición de elecciones ha estado muy presente en las últimas semanas. Mientras los contrarios al acuerdo quieren forzar a Merkel a gobernar en minoría, el bloque abierto a la Gran Coalición asegura que sin ésta el partido se arriesga a unos comicios que mermen aún más su fuerza. “O hay negociaciones para la coalición o otras elecciones”, ha advertido Schulz.

Concesiones a la derecha

Con gesto serio, Schulz ha asegurado delante de sus correligionarios que no recomendará a los suyos apoyar la Gran Coalición si el acuerdo final con los conservadores no es satisfactorio. Así, como ya habían hecho otros altos cargos del partido, insinuaba una posible renegociación de puntos del preacuerdo alcanzado el pasado 12 de enero. “Habrá una cláusula para revisar la situación”, ha señalado. Pero aunque Schulz ha buscado fórmulas para ganarse el apoyo de los suyos la negativa de la CDU es casi segura.

Inquietada por el juego de equilibrios de su rival, Merkel advirtió el miércoles que las piedras angulares de ese pacto no se tocarán. Eso significa que el SPD deberá digerir concesiones a la derecha tan críticas como la limitación de la acogida de refugiados y la reunificación familiar - algo que Schulz ha negado - o la negativa de la CDU a aumentar impuestos a los ricos o trabajar por un sistema de salud universal. Para las juventudes del partido, conocidas como Jusos, y los sectores más izquierdistas se trata de puntos inaceptables. En 2013, la directiva socialdemócrata tenía en el aumento del salario mínimo un argumento de peso para convencer a los suyos del pacto con Merkel. Aunque sí incluye una mayor inversión pública y ha prometido trabajar para mejorar los contratos laborales en Alemania, el preacuerdo actual es visto para muchos como una puñalada a los principios del SPD.

Con esta decisión, el SPD da un paso trascendental que puede marcar su futuro. A escasos metros de donde hoy han dado luz verde se encuentra el distrito de Bad Godesberg, enclave histórico de los socialdemócratas. Fue aquí donde, en 1959, el partido abandonó su tradición política marxista para abrazar la economía de mercado, un giro hacia el capitalismo que fue esencial para replantear el rumbo de la socialdemocracia alemana y europea. Esa decisión abrió las puertas a un nuevo electorado y le permitió, una década después, llegar a la cancillería de la mano de Willy Brandt. El gesto de hoy parece apuntar en la dirección opuesta.