Portugal encara la última semana de campaña para las elecciones legislativas del próximo domingo con la certidumbre de que el Partido Socialista (PS) del primer ministro, Antonio Costa, va a ser la fuerza más votada. Muy alejado en los sondeos de su rival centroderechista, el Partido Social Demócrata (PSD) de Rui Rio, Costa pide el voto para un «PS fuerte» que le acerque a la mayoría absoluta y reduzca su dependencia de las dos fuerzas que le han dado apoyo parlamentario en la pasada legislatura -el Bloque de Esquerda (BE) y la coalición del Partido Comunista y los Verdes-una fórmula conocida como la gerigonça, que ha dado al país estabilidad política y lo ha enraizado en la senda de la recuperación económica.

Con 86 diputados de los 230 que tiene el Parlamento, Costa ha gobernado desde el 2015 gracias al apoyo de los 19 diputados del Bloque de Esquerda -formación cercana al Podemos español- y los 17 de comunistas y verdes, tras derrotar juntos en una moción de censura al conservador Pedro Passos Coelho, al poco de ganar los comicios. El primer ministro ha contado así con el apoyo de las fuerzas izquierdistas sin que estas hayan debido renunciar a sus principios más ideológicos como la salida de la OTAN.

Los sondeos dan al PS el 37,8% de los votos, 10 puntos por encima del PSD, alrededor del 10% de los sufragios al BE y el 6,5% a los comunistas. Con el Partido Democristiano (CDS) acreditado solo con el 4,4% de los votos, el centroderecha no puede conformar ninguna mayoría. Y en este escenario, la izquierda deberá escoger entre seguir dando apoyos al Gobierno o pedir una coalición. En esta campaña, tanto el BE, liderado por Catarina Martins, como el líder comunista, Jerónimo de Sousa, han subrayado más sus principios ideológicos, desmarcándose del PS.