Nadie duda de que Alemania es la locomotora económica de la Eurozona. Sin embargo, esas grandes cifras ocultan otra realidad más preocupante: es también una de sus naciones más desiguales. Así, tan solo 45 familias alemanas acumulan tanta riqueza como el 50% de los ciudadanos del país.

Consciente de que esta brecha económica perjudica cada vez más a los alemanes, el Partido Socialdemócrata (SPD) anunció ayer su intención de promover un impuesto a los más ricos. El gravamen afectaría únicamente a los multimillonarios que han obtenido «beneficios desproporcionadamente altos» durante los años de crisis. «Es una cuestión de justicia», remarcó Manuela Schwesig, miembro del triunvirato que provisionalmente lidera el partido.

Según Thorsten Schäfer-Gümbel, su compañero en la cúpula, esta medida permitiría al Estado recaudar 10.000 millones de euros cada año. Esta partida podría destinarse a incrementar la inversión pública «en infraestructuras, vivienda y protección al clima». Justamente el domingo The Economist criticaba la «lamentable» austeridad de Merkel y pedía al Gobierno alemán esa inversión.

Aunque se desconocen detalles específicos, el SPD ha avanzado que el tipo impositivo propuesto sería de tan solo el 1%. Esa falta de detalles es la que hace pensar a los expertos que se trata de una estrategia electoralista.

Con esta propuesta, los socialdemócratas asumen una medida clave de la izquierda que les ayude a redirigir su tortuoso rumbo. En los últimos años el SPD se ha hundido en las urnas y, aunque aún forma parte del Ejecutivo, todas las encuestas le dan una intención de voto de solo el 14%. En el 2017 obtuvieron un 20,5% de las papeletas, lo que ya supuso su peor registro histórico.

La idea de incrementar las responsabilidades tributarias de los más ricos gusta a los alemanes. Según un sondeo publicado en el diario Welt, un 58% de los ciudadanos apoya la propuesta del SPD mientras que un 33% se muestra escéptico. Quienes ya se han mostrado totalmente en contra han sido los socios mayoritarios del Ejecutivo, los conservadores (CDU/CSU) de la cancillera Angela Merkel. El partido derechista también se opone al impuesto de sucesiones y propone un recorte fiscal que aligere la presión a los más ricos.