Primer marco: Israel celebrará elecciones legislativas el 9 de abril. Renovarán los 120 escaños del Parlamento (Kneset) del que surgirá el Gobierno. Un Binyamin Netanyahu en campaña es más peligroso; hará lo que sea por mantenerse en el poder. Tiene esta vez un rival que amenaza su trono, el exgeneral Benny Gantz, que trata de crear una plataforma más allá de los partidos. Tiene un discurso que suena a Yithzak Rabin, el hombre capaz de firmar la paz con Yasir Arafat. A los periodistas nos gusta Gantz, pero aún no sabemos qué piensan los votantes. Hace poco dijo que el primer ministro incitaba a «la subversión y el odio». Netanyahu no se lo ha tomado bien.

Segundo marco: EEUU está envalentonado, se siente más superpotencia que nunca, capaz de dictar normas de obligado cumplimiento por encima de la ONU y de las leyes internacionales. Sucede en la guerra contra la empresa china de telefonía Huawei y en el intento de derrocar a Nicolás Maduro en Venezuela. Un tercer caso es Irán. Trump no ha levantado las sanciones al Gobierno de los ayatolás, como acordaron Obama, la UE, China y Rusia, y exige que sus aliados europeos sigan su política dura contra Teherán. Para conseguirlo amenaza a las empresas que comercian con Irán. Trata de erigirse en policía global (sin permiso de Rusia y China).

EEUU ha impulsado una cumbre en Varsovia al margen de sus aliados europeos. Aunque en su título hablaba de la estabilidad y la paz de Oriente Próximo, el objetivo real es situar a Irán en el punto de mira. La reunión, a la que acudieron 60 países, pretende desbaratar las tesis de la UE de que es necesario mantener los acuerdos firmados para la desnuclearización con Irán.

Entre los presentes estaban las autocracias sunís lideradas por Arabia Saudí y el sector ultra europeo: Italia, República Checa, Hungría, Polonia y Eslovaquia. También estuvo Netanyahu, escoltado por el vicepresidente de EEUU, Mike Pence. Ambos han impuesto la visión de que Irán es un peligro regional. Suenan los tambores de guerra.

Están repitiendo el guion previo a la invasión de Irak en marzo del 2003. No se han molestado en buscar sinónimos que disimulen un poco, o evitar las mentiras más groseras. Es un corta pega. En una comparecencia en el 2002 en el Congreso de EEUU, Netanyahu «garantizó efectos positivos enormes» en la región si de derrocaba a Sadam Husein.

Como adivino no tiene precio: cientos de miles de muertos en Irak y Siria, millones de desplazados y refugiados, destrucción de dos países laicos y el nacimiento del ISIS. Ahora dice que si se liquida al régimen iraní habrá paz y democracia.

En la sala de máquinas vuelven a estar los mismos mentirosos del 2003. El jefe de Seguridad Nacional de Trump es John Bolton, que ya manejó las cocinas del cuento de las armas de destrucción masiva. Ahora trata de hacerse con el petróleo de Venezuela, como él mismo confesó en la Fox News, porque «sería bueno para las empresas estadounidenses».

Hasta el 9 de abril, fecha de las elecciones israelís, Irán será el cartel electoral de Netanyahu, que volverá a gobernar un país agitado por miedo, emociones y propaganda.

En la cumbre de Varsovia, el primer ministro israelí se ha dejado ver con dirigentes árabes con los que no tiene relaciones diplomáticas. Esto se debe al trabajo sigiloso de Arabia Saudí, uno de los más interesados en una guerra contra Irán, su rival regional y religioso. Netanyahu y los saudís van de la mano en muchos asuntos. Sus servicios de espionaje colaboran de manera activa. Nadie recordó lo ocurrido en Irak, ni el papel de Riad en la creación del Estado Islámico (ISIS). Tampoco se habló del asesinato del periodista Jamal Khashoggi.

El yerno de Trump, Jared Kushner, presentará un plan de paz para el conflicto palestino-israelí después del 9 de abril. Será el enésimo de una larga lista de propósitos olvidados, de fake plans. La novedad es que el yerno del presidente solo ha negociado con Netanyahu, no con los palestinos. Podría llamarla la paz Netanyahu-Trump.

Aún falta mucho para las elecciones israelís, y hay candidatos a servir de diana para generar un ambiente de peligro exterior, y que el voto sea patriótico. Gaza es el más fácil porque se trata de una diana fija. También está Hizbolá, en Líbano. Irán sigue siendo palabras mayores. Teherán ha recordado que cualquier ataque será contestado con otro sobre Tel-Aviv.

Quedan dos años para que los estadounidenses quiten u otorguen otro mandato al actual presidente. Veremos si llegamos vivos a la fecha. Aprendí en los Balcanes una fórmula para acertar cualquier análisis internacional: ser pesimista es lo más seguro.