Podría haberse quedado en su casa como hizo Jeb Bush o haber cumplido con el trámite apareciendo en un vídeo pregrabado como hizo Marco Rubio, pero el tejano Ted Cruz acudió a la Convención de Cleveland para liarla parda. El último hombre en plantar cara a Donald Trump durante las tempestuosas primarias republicanas, se negó a respaldar públicamente al candidato del partido y pidió a los delegados que abarrotaban el cónclave que “voten según su conciencia” en noviembre. La cara de la familia Trump se heló en la tribuna de personalidades. Las mandíbulas apretadas de las fotos lo dicen todo. Una vez quedó claro que no habría ‘endorsement’, los delegados irrumpieron en pitos y abucheos a Cruz, que tuvo que ser escoltado para abandonar el recinto.

El momento más dramático hasta la fecha de esta Convención, a la que no le están faltando sobresaltos, ensombreció la nominación del candidato a la vicepresidencia, Mike Pence, y puso de relieve que las heridas de las primarias no se han cerrado. “Nos merecemos líderes que representen principios, que nos unan en torno a valores compartidos,”, dijo el senador Cruz, al que se le había reservado un puesto en horario de máxima audiencia con la esperanza de que diera carpetazo al pasado y ayudara al partido a cerrar filas en torno a su candidato. “A aquellos que nos escuchan, por favor, no se queden en casa. Levántense, hablen y voten según su conciencia a los candidatos en los que confíen para defender la libertad”.

Pero no Cruz se negó a pronunciar el nombre de Trump, al que solo mencionó una vez al principio para felicitarle por la nominación. “Trump, Trump, Trump” corearon muchos delegados enfurecidos mientras el empresario neoyorkino abandonaba el palco antes de que el senador despareciera del estrado. “Es un mal perdedor”, le dijo al Wall Street Journal, Joe Mathis, un delegado de Alaska. “Ted Cruz tenía la oportunidad de unificar al partido. Es una vergüenza que no haya ayudado al partido”.

Al principio de las primarias se llegó a especular con que Trump escogería a Cruz como vicepresidente de obtener la nominación, pero a medida que quedó claro que ultraconservador del Tea Partyera el único que podía arrebatarle la victoria, el magnate optó por atacarle a cuchillo. Le puso el mote de “Ted, el mentiroso”, insultó a su mujer insinuando que era fea y propagó que su padre fue cómplice en el asesinato de John F. Kennedy. Cruz no se quedó callado y contratacó llamando a Trump “mujeriego irredento”, “mentiroso patológico”, “amoral” y “narcisista” en un espectáculo inolvidable y a dos bandas de política basura.

Tras acabar su discurso, Cruz fue insultado por varios asistentes al cónclave mientras recorría los pasillos junto su mujer, Heidi Cruz. Les gritaron “traidor” y “Goldman Sachs”, el nombre del banco de inversión donde ella trabaja, sinónimo universal de codicia. Cuando trató de entrar en la suite de Sheldon Adelson, el megamecenas de los casinos y viejo aliado del senador, no le dejaron entrar. “Al no respaldar a Trump los Adelson se quedaron estupefactos y decepcionados”, le dijo uno de sus asesores a la CNN.

El desafío de Cruz, un político tan inflexible y arrogante que lo desprecian la mayoría de sus correligionarios en el Senado, se produjo en un momento crítico de la Convención, cuando las aguas parecían volver a su cauce, cuando los críticos de Trump se habían resignado a apoyarle a sabiendas de que la alternativa es una Hillary Clinton a la que estos días se ha demonizado hasta la saciedad, llegándose a decir que simpatiza con Lucifer y merece ir a la cárcel.

Como recordaba el New York Times, el momento de anoche recordó las Convenciones de otra era, como aquella de 1964 cuando el moderado Nelson Rockefeller fue abucheado e insultado por utilizar su discurso para denunciar el extremismo del nominado Barry Goldwater. “Ha sido horrible”, dijo el gobernador de Nueva Jersey, Chris Christie, quien estuvo cerca de convertirse en el vicepresidente de Trump. “Cruz se ha comportado como un egoísta”.