Como todo terremoto, el seísmo político que ha representado la elección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos llega con réplicas. Vuelve a estar en la picota el complejo sistema del colegio electoral, que debería convertir al magnate inmobiliario en presidente electo pese a que Hillary Clinton haya logrado en las urnas más de dos millones de votos más que él. Pero antes incluso de que esos electores se reúnan el 19 de diciembre, la iniciativa puesta en marcha por la candidata del Partido Verde para que se recuenten los votos en Wisconsin, a la que se ha sumado el equipo de Clinton y a la que pueden seguir esfuerzos idénticos en Michigan y Pensilvania, ha desatado nuevas turbulencias en un ciclo electoral que desde hace mucho ha estado marcado por las sombras de injerencia de Rusia a través de ataques informáticos.

Han sido precisamente los miedos a la vulnerabilidad de los sistemas informatizados de voto y alertas sobre potenciales irregularidades lanzadas por expertos en ciberseguridad y derecho electoral los que han alimentado un clamor por una auditoría de los resultados. Jill Stein, la candidata verde, fue la primera en recoger ese sentimiento y puso en marcha una campaña para costear el recuento, que en cada estado solo puede solicitar alguien que estuviera en las papeletas, que es también quien debe pagarlo.

El viernes, a punto de que se cerrara el plazo, Stein presentó la documentación para iniciar el proceso en Wisconsin, y esta semana pretende hacer lo mismo en Pensilvania y Michigan. La candidata verde, que ha calculado que el proceso costará siete millones de dólares, lleva ya recaudados más de seis, más de lo que nunca ha reunido ningún tercer partido en EEUU.

OBAMA CONFÍA EN LOS RESULTADOS

Con la iniciativa ya en marcha, y pese a que la Administración de Barack Obama insistía el viernes en que "las elecciones fueron libres y justas desde una perspectiva de ciberseguridad” y “los resultados reflejan ajustadamente la voluntad del pueblo estadounidense”, la campaña de Clinton anunció el sábado que se sumará al esfuerzo tanto en Wisconsin como en los otros dos estados.

Lo hizo en un post en Medium Marc Elias, el principal asesor legal de la campaña de la demócrata. En el texto Elias explicó que habían decidido no pedir el recuento tras no hallar en sus propias investigaciones “ninguna prueba procesable de pirateo informático o intentos externos de alterar la tecnología de voto”, pero habló de una "obligación" hacia los 64 millones de votantes de Clinton de asegurarse de que los resultados reportados son los reales.

Tanto la iniciativa de Stein como la de Clinton han desatado la furia de Trump. El sábado, en Twitter, el presidente electo acusó a la candidata verde de estar realizando “un timo para llenar sus arcas” y cuestionó a los demócratas por sumarse.

Y temprano el domingo usó también la red social para recordar las críticas que Clinton le hizo en un debate cuando fue él quien sugirió que no aceptaría los resultados. Entre su riada de tuits, Trump recuperó una frase que Clinton dijo en el discurso en que asumió su derrota. “Trump va a ser nuestro presidente. Le debemos unamente abierta y la oportunidad de liderar”.