"No vamos a cambiar". Céline, de 27 años, ha vuelto este viernes a los Campos Elíseos, que lucen como es habitual, con sus terrazas llenas de parisinos y turistas y el trajín de entradas y salidas en sus conocidos comercios. Solo una nube de periodistas con sus cámaras y ordenadores, unos sencillos ramos de flores en el suelo y un visible despliegue policial recuerdan que menos de 24 horas antes allí cayó muerto por disparos un policía, en el último atentado con que el Estado Islámico (EI) ha golpeado a un país que vive de sobresalto en sobresalto desde hace dos años, en los que el terrorismo ha segado más de 230 vidas.

La que está considerada una de las avenidas más bellas del mundo ha borrado las huellas del pánico vivido. Como han venido haciendo los franceses cada vez que el terrorismo ha actuado: sin ceder al miedo, retomando su cotidianedad. Pero nada es normal ahora, cuando el país se se prepara para votar el domingo en las elecciones presidenciales bajo este nuevo impacto emocional. La campaña más volátil de las elecciones más inciertas en décadas ha sufrido un nuevo vuelco y ha tenido un final traumático, con la suspensión de los últimos actos de algunos de los candidatos y declaraciones que ponen al descubierto una fractura, pese a los reiterados llamamientos a la unidad.

UNA HORQUILLA DE CINCO PUNTOS

Se desconoce cuál puede ser la influencia del atentado en el voto, pero a poca que sea puede resultar decisiva. El último sondeo, realizado antes del atentado, sitúa a los cuatro candidatos favoritos en una horquilla de cinco puntos con un 27% de indecisos todavía. Laurine, parisina, votante de izquierdas y a estas alturas indecisa, teme que el ataque beneficie a la ultraderechista Marine Le Pen y al conservador François Fillon, que se exhiben como garantes de la mano dura, ley y orden en tiempos convulsos.

Porque pese a retomar con normalidad la vida, la ansiedad con la que viven los franceses de saberse objetivo del terrorismo yihadista es evidente. "No estamos seguros en ninguna parte, pero hay que vivir con ello. Si pasa, pasa", dice Claire unos metros más abajo del lugar del último ataque, delante del FNAC, donde un miembro de la seguridad privada registra bolsos y hace abrir la chaqueta a todo el que quiere entrar. Los trabajadores de Yves Rocher y Marks & Spencer, los más próximos al tiroteo, tienen órdenes de no hablar con los periodistas, pero sí reciben a personal del SAMU (asistencia médica) uniformado de blanco, posiblemente de ayuda psicológica.

El atentado del jueves en el corazón de la capital francesa se suma al arresto el martes en Marsella de dos individuos franceses de 23 y 29 años que preparaban una acción "inminente y muy violenta", lo que llevó a reforzar el nivel de seguridad en torno a los candidatos. El propio Gobierno reconoció que el riesgo de atentado "era más alto que nunca". La psicosis está ahí.

Los últimos mítines para recabar el voto de los indecisos han sido sustituidos por declaraciones de aire institucional y solemnes. Le Pen y Fillon han vuelto a exhibir su lenguaje más duro frente al terror y reclamado al Gobierno mayores esfuerzos en la lucha antiterrorista. También el candidato centrista, Emmanuel Macron, ha dicho que se debe ser "implacable", mientras que el socialista Benoît Hamon y el izquierdista radical Jean-Luc Mélenchon han mantenido su agenda para dar el mensaje, precisamente, de firmeza ante los terroristas que, han dicho, quieren golpear la democracia francesa.

CONSEJO DE DEFENSA

El presidente francés, François Hollande, ha presidido a primera hora de la mañana una reunión extraordinaria en el Elíseo, cerca del lugar del atentado, del Consejo de Defensa a la que han asistido también el primer ministro, Bernard Cazeneuve, y los ministros de Interior, Matthias Fekl, y de Justicia, Jean-Jacues Urvoas. El Gobierno ha movilizado a 50.000 policías y soldados más para garantizar la "vigilancia absoluta" prometida por Hollande de cara a la celebración de las elecciones.

El mensaje de Cazeneuve al término de la reunión ha sido contundente: "Nada debe impedir el momento democrático fundamental de nuestro país el domingo". Y en un momento ha pulverizado la tan apelada unidad contra el terrorismo al acusar a Le Pen y Fillon de "instrumentalizar" el atentado, reprochándoles "explotar sin vergüenza el miedo y la emoción con fines políticos". El domingo, los franceses dirán la suya, sobre el nuevo presidente y también sobre un azote que desde hace dos años les ha alterado la vida.

El terrorista, un delincuente reincidente y radicalizado

La investigación del atentado avanza. El terrorista autor de los atentados ha sido identificado como Karim Cheurfi, un francés de 39 años, delincuente reincidente y residente en la 'banlieue' de Seine Sant-Denis que pasó 15 años en prisión y al que el pasado febrero se le abrió una investigación por amenazas a policías y sospechas de presunta radicalización. El terrorista fue detenido e interrogado, pero tuvo que ser liberado por falta de pruebas.

En el coche de su propiedad que utilizó el jueves para llegar hasta los Campos Elíseos para cometer el atentado se encontró un fusil de calibre 12, dos cuchillos de cocina, un secador, un Corán y varias notas en las que había direcciones de centros policiales, además de una nota manuscrita en la que defendía al Estado Islámico (EI). El grupo se atribuyó el mismo día el atentado, pero identificó a su autor con un nombre diferente al de Cheurfi.