El Parlamento británico se convirtió nuevamente ayer en un objetivo terrorista. El segundo ataque contra el edifico, símbolo de la democracia más antigua del mundo, en solo 18 meses. A las 8.37 de la mañana, hora local, en la concurrida zona de Westminster, un automóvil de color plateado, modelo Ford Fiesta, «arrolló a varios ciclistas y viandantes antes de estrellarse en las barreras exteriores del Parlamento», según informaría horas más tarde el jefe de las fuerzas antiterroristas de Scotland Yard, Neil Basu.

El conductor, el único ocupante del coche, permaneció dentro del vehículo, cuando fue rodeado en cuestión de segundos por policías armados con rifles automáticos que le apuntaban mientras era detenido y esposado. En el interior del coche no se hallaron explosivos, ni armas. Los investigadores tratan de determinar si el objetivo del conductor era arrollar a dos agentes que se hallaban en un puesto de control, cerca de la entrada, en la barrera del Old Palace Yard. El sospechoso, que fue conducido a una comisaría del sur de Londres, «no ha podido ser identificado» y «no está cooperando» en los interrogatorios policiales», según Basu. De acuerdo con Scotland Yard, el hombre no estaba en el radar de la Policía antiterrorista o los servicios secretos del MI5, pero otras fuerzas de la seguridad indicaron que el sujeto es conocido de la policía de la región de West Midlands. Un británico de 29 años de Birmingham. Desde esa ciudad se habría desplazado en el vehículo utilizado en el ataque hasta la capital, a donde habría llegado la noche anterior. El coche estuvo estacionado durante la madrugada en la céntrica zona londinense de Tottenham Court Road. Antes del incidente, el sospechoso estuvo circulando por la zona de Westminster durante 90 minutos. Los investigadores creen que actuó solo y estaban registrando varios domicilios en Birmingham y Nottingham.

ATAQUE DELIBERADO / Afortunadamente, solo tres personas resultaron heridas en el ataque y solo una de ellas permanecía hospitalizada, aunque no se teme por su vida. Casi un milagro a tenor de lo que relatado por testigos presenciales y las filmaciones de algunos videos, que captaron los instantes después del atropello. «Había 10 o 15 ciclistas en su carril bici y el coche se metió allí», contó uno de los presentes. «Siguió circulando, aceleró y se estrelló contra las puertas (del palacio de Westminster). Tres o cuatro ciclistas quedaron tendidos en el suelo. Había gente tratando de darle alcance y diciéndole que parara. La Policía llegó muy rápido, corriendo por la calle con las armas».

Otro de los presentes, Barry Williams, describía así a la BBC lo que vio: «Oí un gran ruido y vi un coche circulando en el lado prohibido de la calzada, arrolló a los ciclistas que estaban esperando que cambiara el semáforo y aceleró hasta estrellarse contra la barrera del Parlamento a gran velocidad». Su impresión es que se trató de «un ataque deliberado. No estoy seguro de que quisiera arrollar a los ciclistas, quizá solo estaban en medio, pero aceleró para dirigirse a la barrera». Según Williams, dos agentes tuvieron que apartarse precipitadamente para no ser atropellados por el coche cuando se estrelló contra las barreras el Parlamento.

Tras el ataque, todas las entradas del palacio de Westminster quedaron cerradas y la zona permaneció acordonada hasta entrada la tarde. El vetusto edificio está rodeado por unas barreras de acero y hormigón después de que el año pasado un yihadista matara a cinco personas en ese lugar. En marzo del 2017, Khalid Masood, de 52 años, arrolló a los peatones que circulaban por el puente de Westminster, muy frecuentado por londinenses y turistas.

Cuatro de los peatones perdieron la vida y más de 50 resultaron heridos. Antes de ser abatido a tiros, Masood apuñaló mortalmente a Keith Palmer, uno de los policías a la entrada del Parlamento, donde el agresor intentó penetrar. Aquel fue el primero de los cinco ataques terroristas sufridos por el Reino Unido el pasado año, tres ellos con vehículos como arma.

De acuerdo con un portavoz oficial, desde marzo del año pasado se han abortado 13 complots islamistas en el país y cuatro de la extrema derecha.

El palacio de Westminster se hallaba prácticamente vacío en el momento del atentado fallido de ayer. En pleno receso de verano, los parlamentarios están de vacaciones, al igual que la primera ministra, Theresa May, que se halla en Suiza.

En un comunicado, May agradeció a los servicios de seguridad su «formidable valor». «Por segunda vez en tantos años, el hogar de nuestra democracia, que es un potente símbolo de nuestros preciosos valores de tolerancia y libertad, acaba de ser testigo de terribles escenas a pocos pasos de sus puertas», señaló May. El Comité Cobra, integrado por algunos de los principales responsables de la seguridad nacional, se reunió para analizar la situación. May recordó a los británicos que «la amenaza terrorista en el Reino Unido sigue siendo grave», y pidió a los ciudadanos que «se mantengan vigilantes». El presidente de EEUU, Donald Trump, que había criticado la respuesta de las autoridades británicas en atentados precedentes, volvió a dejar su comentario en Twitter: «Un nuevo ataque terrorista en Londres... Esos animales están locos y hay que tratarlos con intransigencia y dureza».