Los Baptiste, una familia formada por seis adultos y tres niños, forma parte de las miles de personas que se han visto obligadas a abandonar sus casas y desplazarse por mar hasta Nassau, la capital de las Bahamas. Han llegado en ferry desde el puerto destruido de Marsh Harbour, en la isla Gran Abaco, debastado por el huracán Dorian. "Hay muchos muertos, muchos", dice Marie-Claude Baptiste entre lágrimas. "Todo el mundo llora. Los bebés lloran, las mujeres lloran, los hombre adultos lloran, todos lloran", repite.

Marie-Claude, de 46 años, no sabe lo que va a hacer mañana. Lo mismo pasa con el resto de la familia. Buscarán refugio en Florida, en Canadá. La familia es consciente de que tal y como están las cosas es imposible que regresen a su hogar. La brutal arremetida del huracán ha pulverizado casas enteras de la isla. Otras han perdido el techo o han sufrido daños irreparables en la estructura. La reconstrucción durará años.

"No me queda nada, nada de nada. Todo se ha perdido. El coche, la casa, el perro. Todo ha desaparecido", dice Fedner, el marido de Marie-Claude. De 44 años, Fedner señala la ropa que lleva puesta. "Es todo lo que me queda".

Unas 70.000 personas se han quedado sin casa después del paso del Dorian. Son muchas personas para un archipiélago como las Bahamas. Ya sea por aire o por mar, los más afectados por el huracán se concentran en Nassau, conocida por ser un destino turístico paradisiaco, como el resto de islas del archipiégalo.

TELÉFONOS MÓVILES

El ferry que ha transportado a los Baptiste conduce en cada trayecto a entre 100 y 200 personas a la capital. El primer ministro, Hubert Minnis, ya ha advertido que la ciudad no puede continuar recibiendo "noche y día" a habitantes de la isla de Abaco. Las autoridades tienen previsto construir en la isla devastada refugios de urgencia.

Solo desembarcar, a las familias se les da una móvil con el que pueden, por primera vez desde el desastre, contactar con sus allegados. Nassau no ha sufrido los efectos devastadores del Dorian y las autoridades han hecho un llamamiento a los habitantes a la solidaridad para albergar en sus casas a los afectados.

Es lo que ha hecho Abria Hield, una funcionaria del Ministerio de Asuntos Exteriores. En su apartamento de dos habitaciones viven ahora diez personas de su familia. Y la joven, de 24 años, prevé acoger a otros primos suyos que deben de llegar al puerto de Nassau. "No tengo elección. Soy la única que reside en Nassau", dice.

Según el último balance, el huracán ha acabado con la vida de 45 personas en las Bahamas, pero hay muchos desaparecidos y las autoridades temen que el número aumente. "Esperamos encontrar más cuerpos durante las operaciones de búsqueda. Hay muchas más personas presuntamente desaparecidas", afirma la policía de Bahamas.