Los transportistas decidieron terminar con las huelgas del sector en Ecuador que llevaron adelante en rechazo a la liberación de los precios del combustible que contemplan aumentos de hasta el 100%. A pesar de levantar la medida de fuerza le reclamaron al presidente Lenín Moreno que revise la medida que desató las protestas sociales desde el pasado miércoles que le obligaron a decretar el estado de excepción durante 60 días. Moreno ratificó lo que ha sido llamado "el paquetazo" y prometió dialogar con los "transportistas honestos" que repudiaron los hechos de violencia por los cuales se han arrestado 365 personas.

"Estamos acompañando a los buseros, taxistas que quieren brindar su servicio y que están identificados con la patria", dijo el mandatario, quien por ahora no tiene pensado levantar el estado de excepción.

"Su adopción, una prerrogativa presidencial, se hizo indispensable. La protesta y la paralización siempre pone a unos ciudadanos frente a otros. Pero lo que sucedió el jueves iba pasando de castaño a oscuro. Una cosa es el legítimo derecho a discrepar con las decisiones oficiales, expresar libremente la opinión y aun oponerse a la medida, y otra muy distinta es violentar la ley y el derecho ajeno", destacó el diario 'El Comercio' en su editorial de este sábado.

Una nueva Venezuela

La irrupción del conflicto social no hizo más que reactivar la disputa entre el expresidente Rafael Correa y quien fuera su delfín hasta hace dos años. Moreno rompió con su albacea y dijo que de no hacerlo Ecuador se iba a convertir en una nueva Venezuela. El levantamiento de los subsidios al combustible, dijo, le permitirán ahorrar 1.400 millones de dólares al Estado. "Nadie votó por el FMI (Fondo Monetario Internacional)", le respondió Correa desde Bélgica, donde reside. Ecuador ha llegado a un acuerdo con el organismo que contempla además una reforma de la legislación laboral, entre otros aspectos que la oposición correísta califica de ajuste neoliberal.