Cuando Rosa, que ahora tiene 14 años, preguntó a sus secuestradores del Estado Islámico (EI) por la suerte de sus hermanas menores, Bushra de 12 años y Suhayla de 7 años, los yihadistas le dijeron que las habían matado porque se habían portado mal. "En ese momento, ya nada me importó, incluso morir", dice. "Nunca pensé que las volvería a ver". El pasado domingo las tres hermanas pudieron por fin reunirse otra vez, tres años después de que cayeran en manos del EI cuando los extremistas se hicieron con la ciudad Yazidí de Sinjar, el 3 de agosto del 2014.

La semana pasada el Gobierno de Irak proclamó oficialmente la victoria sobre el EI y lo celebró por todo lo alto con paradas militares y festejos en Bagdad tras tres años de guerra. Pero los daños ocasionados por los yihadistas han dejado una huella muy profunda y no es fácil coser las heridas. La extrema violencia de los barbudos ha acentuando el desgarro de la sociedad y de las familias iraquís.

Los yihadistas dispararon, decapitaron, quemaron vivos o secuestraron a más de 9.000 miembros de los yazidís, una violencia que las Naciones Unidas ha calificado de campaña genocida. Según datos de los líderes de esta minoría religiosa, más de 3.000 de sus miembros permanecen desaparecidos. Entre ellos están los padres de Rosa, asesinados y arrojados, como muchos otros, en una fosa común. Hay varias esparcidas en Sinjar, donde miles de yazidís todavía viven en tiendas de campaña. También sigue desaparecido Zinal, el hemano de 9 años de las tres niñas. A Zinal los yihadistas lo capturaron en la ciudad de Tal Afar, luego lo llevaron a Mosul en un automóvil lleno de menores. Desde entonces no se sabe nada del pequeño.

VENDIDAS VARIAS VECES

Rosa, Bushra y Suhayla viven ahora con otros cinco hermanos, todos mayores, en una tienda de campaña en el pequeño pueblo de Sharya, en la región iraquí de Kurdistán. Según ha expliado Rosa, en la primera fase del cautiverio, ella y sus hermanas fueron vendidas a un combatiente del Estado Islámico. La adolescente hizo todas las tareas domésticas y cuidó de sus hermanas, también de Zinal, y de otros jóvenes cautivos Yazidís, que vivían juntos en una habitación pequeña.

Tras permenecer un año juntos, a Zinal se lo llevaron a Mosul, mientras que Suhayla y Bushra fueron vendidas por separada a dos familias del El. El drama continuó para las hermanas, que fueron vendidas más veces y trasladadas de un lado a otro. Rosa ha explicado que a ella la vencieron dos veces más, la primera por 4 dólares, en Tal Afar, y la segunda en el interior de Siria por 60 dólares. "Esos perros me sacaron una gran ganancia económica", dice con una sonrisa irónica.

Bushra fue la primera de las tres hermanas que logró escapar de sus captores. Huyó con seis niñas Yazidís hasta Sinjar, donde combatientes kurdos les ayudaron a encontrar a sus respectivas familias. A Rosa, combatientes del PKK kurdo la encontraron en Idlib y la llevaron de vuelta a Irak con su familia. A Suhayla la rescataron en un campo de refugiados en Turquía.

A las tres hermanas les espera un largo y tortuoso camino en su lucha por superar en lo posible el trauma que supone haber estado cautivas de los yihadistas. Debido a que Bushra fue, de las tres hermanas, la que logró volver a casa, sus allegados le han pedido que sea ella la que ayude a Rosa y Suhayla a reintegrarse. Pero Bushra ya ha advertido que no será nada fácil. "Es cierto que somos fuertes y que hemos pasado por muchas cosas. Pero nuestros corazones son débiles, están rotos".