"La crisis que nadie previó". Así recoge el diario 'La Tercera' el estallido social que sacude a Chile tras el intento de incrementar el precio del billete de metro. El tenor de la protesta, con la quema de estaciones de metro, buses y edificios institucionales, las barricadas y escenas de saqueos, obligaron al presidente Sebastián Piñera a dar marcha atrás con la medida que encendió la mecha. Pero los efectos de la explosión no se han borrado de las principales ciudades a pesar del estado de emergencia y un toque de queda que no regía desde los días más dramáticos de la dictadura pinochetista (1973-80).

Este domingo todavía presentó algunos de los rasgos de lo que se ha llamado el "jueves negro": enfrentamientos entre manifestantes y uniformados y caceroladas, además de destrozos en centros comerciales que se saldaron con la muerte de tres personas. La Fiscalía Nacional reportó que se han detenido 1.462 personas y el subsecretario Obras Públicas, Lucas Palacios, informó que se han suspendido 114 vuelos.

El magnate Piñera enfrenta por estas horas no solo la revuelta menos pensada, conocida como "las evasiones", por el intento de entrar en el metro sin pagar, sino la posibilidad de derivaciones políticas que empañen aún más su segundo mandato. Por lo pronto, el Colegio de Profesores llamó a no asistir a clases este lunes. Se espera una semana con nuevas movilizaciones.

Grave desigualdad

La consultora Cadem pareció darle la razón al presidente: un 53% de los chilenos está de acuerdo con el estado de emergencia. Algunos analistas le restaron veracidad a un sondeo hecho en escasas horas. En medio de la zozobra, la sociedad trata de entender qué ha sucedido y puede ocurrir. "Lo de esta semana, busca zamarrear al país por los hombros y hacerle ver de frente su peor evasión, el dolor de todos los marginados, de aquellos que no tienen rostro, los que son una cifra esporádica, un porcentaje de vulneración, son los cerca de 200.000 niños y niñas de Sename (servicio de salud) que aún esperan en la fila que llegue su turno, son las miles de familias que viven en 802 campamentos sin derecho a la vivienda, pero que tienen nombres, una historia y una vida que cargan a diario", señaló Alberto Larraín en el semanario 'The Clinic'.

"La violencia no puede tener espacio, lo que no significa desconocer que hay una seria desconexión entre los problemas de la población y la política", señaló 'La Tercera' en su editorial. La fallida alza del billete de metro ha sido apenas el detonador del enorme malestar social de un país al que hace pocos días Piñera había definido como un "oasis" en medio de las turbulencias latinoamericanas y que en rigor es uno de los más desiguales de la región.