Al menos siete milicianos vinculados al gobierno reconocido por la ONU en Trípoli (GNA) murieron el miércoles en combates con fuerzas rivales bajo el mando del mariscal Jalifa Hafter, hombre fuerte del este de Libia, informó a Efe una fuente de seguridad.

Según la misma, seis de los milicianos proceden de la vecina localidad de Misrata, principal aliado militar del GNA, y el séptimo de la localidad occidental libia de Janzur, sede de unas de las milicias más importantes del oeste de Libia.

Los combates se libraron a lo largo de todo el día en el entorno del antiguo aeropuerto internacional de Trípoli, enclave estratégico que ambos bandos se disputan, y el eje de Kasr ben Gashir, uno de los que une el aeródromo con zonas rurales al sur de la capital.

Asimismo, hubo duros combates artilleros en la zona de Al Hira, donde resultó herido de gravedad Mohamed Abdali, jefe de la brigada "166", leal a Hafter.

La aviación bajo el mando del GNA destruyó, por su parte, dos carros blindados, un tanque y un vehículo armado en el citado eje de Kasr Ben Ghashir, agregó la fuente.

NO SE DAN TREGUA

La nueva tanda de combates se produjo apenas 24 horas después de que la comunidad internacional intensificara sus esfuerzos para acabar con un conflicto que estalló el pasado 4 de abril, fecha en la que Hafter decidió emprender la conquista de Trípoli con el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, de visita oficial.

Desde entonces, los combates han causado más de 500 muertos, más de 3.000 heridos y obligado a más de 30.000 personas a convertirse en desplazados internos según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Los combates han afectado igualmente a los miles de migrantes irregulares que están confinados en centros de detención de Trípoli, y a los que se intenta trasladar a lugares más seguros en el norte de la ciudad.

En este ambiente, el consejo de ministros de Asuntos Exteriores de la Unión Europea se reunió el martes en Bruselas para exigir un alto el fuego.

DISPUTA POR LA CAPITAL

La batalla por el control de la capital, que de ganar Hafter le concedería prácticamente el control absoluto del país, ha puesto de relieve la compleja red de injerencias extranjeras que padece Libia desde la revolución que en 2011 acabó con la dictadura de Muamar el Gadafi.

Desde entonces Libia es un estado fallido, víctima del caos y de la guerra civil, con dos gobiernos enfrentados en la actualidad: uno fruto del plan de paz fallido propuesto por la ONU en 2015, y que a duras penas controla Trípoli y algunas poblaciones en el oeste.

Y otro liderado por el mariscal Hafter, que tutela el Parlamento en la ciudad oriental de Tobruk, domina todos los recursos petroleros y controla prácticamente el setenta por ciento restante del territorio nacional.