Ante los rumores de una posible suspensión de la cumbre entre Estados Unidos y Corea del Norte, el 12 de junio en Singapur, el presidente estadounidense, Donald Trump, afirmó ayer que, por ahora, Pionyang no ha notificado formalmente a su Gobierno la posibilidad de que se cancele la reunión. «No nos han notificado en absoluto nada, tendremos que ver. No hemos recibido nada, no hemos oído nada. Veremos lo que ocurre», dijo el presidente, que insistió en la necesidad de desnuclearizar la península de Corea.

Los bombarderos estadounidenses en la cercanía por unas maniobras militares conjuntas con Corea del Sur y las menciones a Libia van mucho más allá de lo tolerable para un régimen, el norcoreano, que amontona inéditos gestos de buena voluntad.

Lo que tampoco ha gustado a Pionyang ha sido la alusión a Libia como el patrón aplicable a Corea del Norte. Lo hizo el consejero de Seguridad Nacional, John Bolton. Libia epitomiza todos los temores con los que Pionyang afronta las negociaciones. Moammar Gaddafi sacrificó en el 2004 su arsenal nuclear a cambio de garantías de seguridad y siete años después fue derrocado y asesinado por rebeldes con el apoyo de la ONU. La prensa norcoreana presentó el cadáver mancillado de Gaddafi como el recordatorio de que Occidente no es de fiar.