No han faltado los insultos y otras muestras de la degradación del discurso político en esta inusual campaña electoral en Estados Unidos pero Donald Trump ha logrado, cuando menos,sobrevivir a su segundo debate con Hillary Clinton. No era fácil ni una apuesta segura de antemano, sobre todo teniendo en cuenta que el candidato republicano llegaba al cara a cara en San Luis (Misuri) en caída libre, con una hemorragia en sus apoyos entre líderes republicanos por el escandaloso vídeo que se hizo público el viernes donde se le oía alardeando de agresiones sexuales y sexismo.

Durante el debate, Trump aconstumbró a colocarse siempre detrás de Clinton mientras ella hablaba.

Ese vídeo, y lo que representa, ha centrado el inicio del debate en la Universidad Washington, que los dos candidatos han empezado sin darse la mano, y ha propiciado también algunos de los momentos desagradables. Trump ha vuelto a minimizar la gravedad de lo que revela, ha insistido en que era “charla de vestuario” y ha intentado restarle importancia pasando a hablar del Estado Islámico.

Trump, que había enrarecido más si cabe el ambiente de antemano apareciendo hora y media antes del debate en una rueda de prensa con tres mujeres que en el pasado han acusado a Bill Clinton de acoso sexual y hasta violación e invitándolas a sentarse entre el público del debate, ha sacado a colación esos escándalos del expresidente, de quien ha dicho que “no ha habido nadie en historia de la política en la nación más abusivo a las mujeres”. Y ha llamado a la candidata demócrata “una desgracia” por “atacar con saña” a las mujeres que denunciaron al expresidente.

LUCY NICHOLSON / REUTERS

El candidato Trump en un momento de su intervención.

Es solo uno de los insultos que le ha lanzado a Clinton, a la que ha llamado también “diablo” y “mentirosa” y de quien ha dicho que “tiene un tremendo odio en su corazón”.

Clinton, por su parte, ha insistido en que Trump “no está capacitado para ser presidente” y ha asegurado que por más que el candidato se haya intentado distanciar del vídeo la grabación “representa exactamente quién es”. “Nunca se disculpa por nada ante nadie”, ha dicho la candidata demócrata, que ha recordado los insultos de Trump no ya solo a mujeres sino también a inmigrantes, musulmanes, hispanos, negros, prisioneros de guerra y discapacitados.

MOMENTOS TENSOS

El debate ha tenido muchos más momentos tensos. Y uno inédito ha llegado cuando Trump ha prometido encargar al Departamento de Justicia si es elegido que nombre a un fiscal general para investigar el escándalo de los correos electrónicos de Clinton (que borró 30.000 de los mensajes que envió con un servidor privado cuando era secretaria de Estado alegando que eran “personales). Cuando ella ha dicho que “es terriblemente bueno que alguien con el temperamento de Donald Trump no esté a cargo de la ley en nuestro país” él ha replicado con un amenazante: “porque estarías en la cárcel”.

Aunque Trump ha acusado a los dos moderadores de favorecer a Clinton en un debate de estilo town hall donde se combinaban preguntas de votantes indecisos que conformaban el público con otras de los dos periodistas (“uno contra tres” ha llegado a decir), tanto Anderson Cooper como Martha Raadatz han tenido preguntas incómodas para los dos candidatos. La demócrata, por ejemplo, ha tenido que hablar de los discursos pagados que ofreció a firmas de Wall Street, en uno de los cuales, según filtró Wikileaks, llegó a decir que convenía mantener “una posición pública y otra privada”. Cuando Clinton ha intentado explicar que lo dijo en referencia a Abraham Lincoln tras haber visto la película de Steven Spielberg centrada en cómo aquel presidente republicano logró la aprobación de la Enmienda 13 que abolió la esclavitud, Trump le ha contestado con un “ridículo”.

El republicano, por su parte, ha tenido que volver a hacer frente a interrogantes sobre sus declaraciones de impuestos, que no ha hecho públicas pero que según informaciones de prensa podrían revelar que no ha pagado tasas federales durante años. Y Trump no lo ha negado. De hecho, ha vuelto a alardear de que solo se aprovechó del código fiscal.

LA SUPERVIVENCIA

El debate solo ha tenido un momento amable, cuando en la última pregunta un ciudadano ha planteado a los dos candidatos si podían decir algo que admiraran en el otro. Clinton, mostrando su respeto por los hijos de Trump, ha asegurado que esa familia “dice mucho de él”. Trump, por su parte, ha destacado que Clinton “nunca abandona, nunca se rinde, es una luchadora”, una declaración que rompe con su línea habitual de criticarla por su falta de vigor.

Era el punto final a un duelo hosco y bronco donde Trump se ha mostrado más confiado y disciplinado que en el primero de estos encuentros, donde tuvo una mala actuación. Y aunque lo visto en San Luis posiblemente no haya convencido a votantes indecisos, su dureza con Clinton posiblemente le ha reforzado con sus bases, ya extremadamente fieles.

Una muestra de que ha salvado un momento crítico llegaba de su compañero de ticket, Mike Pence. El gobernador de Indiana había sido uno de los que condenó duramente el machismo de Trump y había marcado el debate tácitamente como una prueba para Trump, una especie de ultimatum para seguir con él. Tras el cara a cara (donde Trump ha llegado a alejarse de Pence diciendo que no está de acuerdo en su idea de mantener una línea dura con Rusia por sus acciones en Siria a favor de Bashar el Asad) el candidato a vicepresidente republicano ha colgado en Twitter un mensaje felicitando a Trump. “Orgulloso de estar a tu lado”, ha escrito.