El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció ayer onerosos aranceles para las importaciones de acero y aluminio, una de las promesas que lanzó durante la campaña electoral para revitalizar la industria estadounidense. El anuncio no se formalizará hasta la semana que viene, pero, según adelantó el presidente, el acero foráneo se gravará con unos impuestos del 25% para el acero y del 10% para el aluminio.

Estas medidas representan el intento más agresivo hasta la fecha para reorientar la política comercial estadounidense hacia posiciones proteccionistas, un órdago que podría abrir la puerta a una guerra comercial con los países que más afectados se vean por las tarifas arancelarias.

Poco después de que Trump anunciara sus intenciones, el índice industrial Dow Jones perdió alrededor de un 2%, una señal de la inquietud que el giro proteccionista genera en parte de la industria estadounidense. La decisión del presidente se había ido aplazando ante la oposición frontal de varios miembros de su Administración, así como de amplios sectores de mundo empresarial y del Partido Republicano.

El anuncio se produjo el mismo día en que un emisario del Gobierno chino, al que EEUU acusa de inundar su mercado con acero barato, visitaba la capital estadounidense con la intención de mediar en las tensiones comerciales que ambos países mantienen. Eso ha hecho que la medida se interprete como una bofetada a esos esfuerzos de distensión. Pekín ya había amenazado con recortar las importaciones de soja estadounidense si los aranceles toman forma y también la Unión Europea ha advertido que responderá a la medida.