Estados Unidos ha echado esta madrugada más leña a la pira en la que se están convirtiendo sus relaciones con China. Su presidente, Donald Trump, ha aprobado por decreto dos órdenes ejecutivas para prohibir las transacciones con las compañía tecnológicas chinas ByteDance, propietaria de TikTok, y We Chat. En ambos casos, por motivos de seguridad nacional.

Las órdenes llegan días después de que el presidente amenazara con vetar a la popular aplicación de vídeo si no vende sus operaciones en el país, donde tiene 100 millones de usuarios, antes del 15 de septiembre, lo que ha llevado a TikTok a entablar conversaciones con Microsoft y otras compañías estadounidenses. Pero quizás lo más grave del decreto es que deja claro que las aplicaciones móviles chinas no son bienvenidas en EE UU.

La decisión de Trump llega en el peor momento de las relaciones con China de las últimas décadas, la misma semana en que el ex primer ministro australiano, Kevin Rudd, una autoridad en el país asiático, advirtiera del riesgo de confrontación militar entre los dos países antes de las elecciones de noviembre en EE UU. Un escenario insospechado no hace mucho. La Casa Blanca está reaccionando con dureza a la cada día más asertiva política exterior China en sus fronteras, desde Hong Kong a los Himalayas pasando por su mar homónimo, y las tensiones se acumulan en los ámbitos comercial, tecnológico y diplomático. El mes pasado la Administración cerró el consulado chino de Houston tras presentarlo como un nido de espionaje.

Todo ello llega en plena campaña electoral, en la que Trump ha vuelto a convertir a China en el espantajo responsable de buena parte de los problemas del país, desde el coronavirus hasta la desindustrialización, una baza que le dio excelentes resultados hace cuatro años. Y también el mismo día en que el Senado aprobara una normativa para prohibir a los funcionarios públicos que instalen TikTok en sus teléfonos. La expansión en EEUU de las aplicaciones móviles desarrolladas y propiedad de compañías chinas sigue amenazando nuestra seguridad nacional, política exterior y economía, dice el decreto en un claro portazo a la industria de Pekín.

Ahí se estipula que los datos que TikTok y WeChat (utilizada principalmente con expatriados chinos) recogen de sus usuarios podrían ser utilizados por el Partido Comunista Chino para acceder a información personal y comercial estadounidense. Algo que, según añade, podría potencialmente emplearse para sobornar a funcionarios o espiar a empresas.

De acuerdo con el 'Wall Street Journal', TikTok recoge las localizaciones de sus usuarios y sus direcciones informáticas, su historial de búsquedas y los mensajes que intercambian en la plataforma, muy parecido a lo que hacen muchas otras aplicaciones. No he visto ninguna prueba de que China tenga acceso a los datos de TikTok o de cualquier amenaza interna en su código, decía el miércoles a este diario Daniel Castro, vicepresidente de la Information Technology and Innovation Foundation, con sede en Washington. Eso no significa que no exista, pero ni EEUU ni otros países la han identificado.

Las órdenes presidenciales no comenzarán a aplicarse hasta dentro de 45 días, después de que venza el plazo otorgado a TikTok para que venda sus operaciones en EE UU. Si bien su lenguajes es bastante vago respecto a las transacciones que se prohibirán, no se decarta que se vean obligadas a desaparecer de las tiendas de aplicaciones de Google y Apple. La decisión de Trump podría generar represalias por parte de China, lo que contribuiría a perturbar todavía más el mercado tecnológico.