Podría decirse que Donald Trump ha conseguido acabar con la rampante desigualdad económica que define estos tiempos: en su Gobierno todos son iguales, todos son millonarios. El magnate inmobiliario ha confeccionado la Administración más acaudalada de la historia de Estados Unidos, según se desprende de las recién publicadas declaraciones de patrimonio de los funcionarios de la Casa Blanca. Sumando únicamente los activos de 27 de los principales asesores del presidente, la cifra rondaría los 2.150 millones de euros(2.300 millones de dólares), según los cálculos del 'Washington Post'. Esa lista está todavía incompleta porque faltan nombres como Wilbur Ross, el secretario de Comercio, cuya riqueza se estima en 2.900 millones de dólares.

Trump hizo campaña como el azote populista de las élites, tanto financieras, como mediáticas, políticas o culturales, pero fue esa misma gente la que acabó trufando su Gobierno. Su principal asesor económico, Gary Cohn, expresidente de Goldman Sachs, tiene un patrimonio que rondaba los 600 millones de dólares cuando entró en el Ejecutivo; el de Steve Bannon, estratega jefe de la Casa Blanca, quien se hizo rico en Goldman y Hollywood, oscila entre los 11 millones y los 49 millones; el de Reince Priebus, hoy jefe de gabinete y ayer expresidente del Comité Nacional Republicano, la cifra es más modesta y se acercaría a los 1.2 millones. Los números son estimativos porque las declaraciones detallan los activos, pero no su valor de mercado.

LA FORTUNDA DE IVANKA TRUMP

Quizás lo más llamativo es el patrimonio declarado por la hija mayor del presidente, Ivanka, y su yerno, Jared Kushner, ambos con cargos oficiales en la Casa Blanca. Entre los dos, acumulan activos por un valor que oscila entre los 240 millones y los 700. De la declaración se extrae además que Ivanka mantiene su participación en el Trump Hotel de Washington, del que obtuvo en el último año beneficios que podrían ascender a los cinco millones. En los últimos dos años, su marido pidió hasta 95 millones en préstamos, algunos de bancos extranjeros como el Deutsche Bank.

Aunque Kuchner ha cortado los vínculos con muchas de sus empresas y ha puesto sus intereses en un ‘trust’, una larga lista de potenciales conflictos de interés sigue rodeando a la pareja, a los que Trump ha situado en la cumbre del poder político estadounidense.