Después de varias semanas de tensión latente con las agencias de espionaje, Donald Trump se reúne este viernes con los jefes de la inteligencia estadounidenses para escuchar de primera mano las conclusiones del informe clasificado que acusa a Rusia de interferir en las pasadas elecciones para beneficiar al candidato republicano. Poco antes del inicio de la reunión en la Trump Tower neoyorkina, el presidente electo ha vuelto a arrojar dudas sobre las alegaciones del espionaje, al afirmar en una entrevista que la tormenta que han generado no es más que “una caza de brujas política” para deslegitimar aparentemente su victoria en las elecciones del 8 de noviembre.

En la entrevista con el New York Times, Trump constata que tanto la Casa Blanca como el Congreso han sufrido ciberataques en los últimos años, pero esas intrusiones apenas generaron debate en los medios ni movilizaron al entramado de seguridad como ha ocurrido con la presunta injerencia rusa. “Hace relativamente poco tiempo, China hackeó los nombres de 20 millones de empleados gubernamentales”, dijo refiriéndose al incidente acaecido a mediados del 2015, cuando piratas informáticos chinos se apoderaron de millones de archivos de funcionarios estadounidenses. “¿Cómo es que nadie habla de eso? Esto es una caza de brujas política”.

LA MORAL DE LOS EMPLEADOS

Trump sugiere que sus rivales no han sabido aceptar la derrota, lo que les habría empujado a convertir el presunto pirateo ruso en algo parecido a un causus belli para arrojar dudas sobre la limpieza de su triunfo electoral. “Están muy avergonzados de lo que pasó. Hasta cierto punto, esto es una caza de brujas. Solo se están fijando en este asunto”. La actitud del magnate inmobiliario, que se ha mofado de la credibilidad de los servicios secretos que dirigirá a partir del 20 de enero, ha creado un conflicto explosivo con las 16 agencias al frente del espionaje. Y según declaró el jueves ante el Congreso el director nacional de inteligencia, James Clapper, está afectando a la moral de los empleados de las agencias. “Hay una diferencia entre el escepticismo y el menosprecio”, dijo Clapper para definir la actitud de Trump.

En un gesto sin precedentes, el republicano se ha negado hasta ahora a asistir a los briefings diarios que la inteligencia presta a los presidentes y los presidentes electos. “Soy, digamos, una persona inteligente. No necesito que me digan todos los días lo mismo con las mismas palabras durante los próximos ocho años”, dijo a mediados de diciembre.